viernes, 28 de diciembre de 2012

El fogón de Yupanqui: "El arpa dormida"


El fogón de Yupanqui: "El arpa dormida"


Sábado, 05 de Junio de 2010 15:30
¡Acunando un sueño, se nos va la vida, y el viajero parte para no volver, hoy el arpa india se quedo dormida como una guarania, que no pudo ser¡

En la mitad de junio desgrano su último arpegio aquel muchacho guaraní, por todos conocidos, que se llamo Félix Pérez Cardozo. Se fue de la vida, de repente, como alguien que esta leyendo y de pronto lo llaman desde un lado, y da vuelta apenas la cabeza y ahí se queda, mirando otro planeta, otro mundo, otra nada, mas allá del conciente universo del hombre. Se fue, sin siquiera saber o empezar a comprender que se iba. Su muerte, dos veces dolorosa, por la ausencia del hombre y el artista, ha producido un desgarrón en la cultura popular argentina. El golpe lo acusa el pueblo por haber sido herido en su mas sensible comarca,: su sensibilidad. Veintidós años vago por nuestras pampas esa arpa inquieta y hermana, diciendo las cosas del mensú y la cuña, del río y la selva, de la burrerita.

Proletaria y del cerro heroico, escenario de la gesta patria. Es que Félix Pérez Cardozo, mozo fuerte y corazón grande, dejo lejos la academia, el orden de la buena vida burguesa, y vivió “su vida”. Juntó, en este Buenos Aires de sorpresivos amaneceres, la media noche con la aurora, y con un “hasta luego” ayudó a crecer al mediodía. Cardozo, el gran arpista paraguayo, había heredado las resonancias noctiveras de un Brindis de Salas, con diferente escenario y época. Pero su bohemia no hizo palidecer a su estrella constructiva, a su buena luz creadora. Siempre en cada noche, en cada madrugada de las suyas, el arpa de Pérez Cardozo enriquecía sus cuerdas con un nuevo reclamo en guarania alada, en polca de épico ritmo, en zamba de quieto evocar, o en canción de revuelta y enojo contra los aspectos negativos de la vida.
El arpa de Cardozo nunca estuvo ociosa. Vibró, alisó las cuentas de su llanto o rió abiertamente la creciente pujanza de la danza hombruna, machaza, olorosa de yerba y hoja fuerte. Jamás una polca estuvo ejecutada de la misma manera. Cada vez era nueva, era otra, como era el espíritu del artista: cambiante, inquieto, siempre en alto, presto al vuelo, dispuesto a esa pequeña muerte cotidiana que significa el hacer nacer cada día la luz de la belleza.
Difícil será oír en adelante un arpa como la suya.

El poeta Atahualpa Yupanqui, se enteró de la muerte de su amigo Félix. Le escribió su Canción Del Arpa Dormida. Mirá gauchito, le dijo al maestro Giménez, me salieron estos versos, quiero que lo musicalicé. Herminio Giménez al día siguiente entraba al hospital Argerich, lo operaban de vesícula, allí en la antesala de su operación compuso la música, (temía no poder volver) y no quería fallarle a Don Ata. Se estrenó en un festival cuyos fondos se utilizaron para repatriar los restos de Félix Pérez Cardozo…

20/ 11/1908 * 9/6/1956
Que nos vaya bien a todos, paisanos

Por Alfredo Mateo
(Kusiya Producciones)

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