Los Oficios del Tusador - Por Federico Oberti
Siguiendo
con el hartazgo de las notas politicas, me puse a revolver entre los
papeles viejos que tengo guardados, y como tengo muchos amigos muy
jovenes, decidi publicarlos ya que muchos de ellos no los han visto y en
una de esas ni siquiera conocen a quien los escriben: Va la nota:
Buenos Aires, 1962. En los ultimos cuarenta años tan rapida ha sido la
influencia de la tecnica y el maquinismo en las labores y elementos de
trabajo de los ambientes rurarles argentinos, que muchos de aquellos
apenas si llegan a constituir distantes recuerdos para estudiosos o
personas mayore. Ya nadie se acuerda de los famosos estriberos,
rebenqueros y sogueros de San Antonio de Areco, de los lomilleros y
talabarteros de la calle del Buen Orden; de las eximias tejedoras de
Belen; de los curtidores de pieles de carpincho y ovinos; de los
plateros de todos los centros poblados; de los freneros; de los
artesanos que labraban primores con el hierro y de todos aquellos otros
artesanos que fueron factores preoponderantes e indispensables en la
vida y economia del pais. Con ellos tambien desaparecio el habilidoso
artesano de la tijera de acero, el mantado y necesario tusados de
nuestras campañas. Para ser gaucho de verdad y merecer el tratamiento de
tal, al decir de Ricardo Guiraldes, "el hombre tiene que aprender a
carnear, enlazar, pialar, domar, tusar, correr como la gente en el
rodeo, hacer riendas y bozales, lonjear, sacar tientos, echar botones,
esquilar, bolear, curar el mal del vaso, del aba, los hormigueros y no
se cuantas cosas mas". Aun quedan algunos de estos artesanos que cortan y
perfilan, dibujan o adornan la cabeza y el cogote de los equinos con
verdadero y empirico sentido estetico. En general, el gaucho de ayer, el
que se preciaba de tal, desde niño aprendia a manejar tijeras de tusar,
conocia los tusos mas corrientes, tenia nocion de las horas adecuadas
para hacerlo, los dias sin mosca y el estado de la luna. Su tijera,
herramienta de su privativo uso, cuando trabajaba ante la vista de los
profanos, presentaba condiciones de magia y misterio. Ni la prestaba ni
la ejercitaba en crines o cerdas gruesas o sucias, cuidando su
herramientas como de una alhaja, como podria hacerlo el barbero con su
mejor navaja. Cuando trabaja parece estar movida por la acelerada
multiplicacion de finas cuchillas de acero, penetrando sus puntas en las
concavidades de las orejas, recortando los suaves pelos del barboquejo
o, en linea recta o en pronunciada curva, con diez golpes de tijera,
determina los rumbos definitivos de la labor emprendida. Ancho o
angosto, como el filo de un cuchillo, alto o bajo, con martillo o sin
el, de pronto el caballo se ofrece como remozado, prolijo, dispuesto
para el paseo, el deporte o el galanteo y requiebro amoroso de su dueño.
No menos atencion requiere el corte recto y horizontal de las cerdas de
la cola, donde suelen defeccionar muchos que presumen de buenos. Las
ranillas y las canillas bien peladas, de arriba a abajo, como con
navaja, o superficialmente, otorgan al caballo un indudable sello de
buen gusto y prolijidad. Para llegar a ser un buen tusador es
indispensable pulso firme y sereno, buena vista y exacta determinacion
de los defectos o cualidades de cada animal. Los equinos, como las
personas, guardando las distancias, exigen cortes o arreglos diferentes,
segun las razas, conformacion del testuz, dureza de la tabla del
cuello, calidad, espesor y disposiciones longitudinales de las crines.
Empelando este o aquel tuso podra disimularse un defecto o destacar una o
varias sobresalientes condiciones del animal. No obstante su abundante
variedad, nombres y caprichos, a solo tres tipos pueden reunirse los
tusos esenciales: 1) el derecho y bajo; 2) el derecho con flores, picos,
velas y barquitos; 3) el de media luna o cogotillo, como lo llaman los
orientales, mas alto y arqueado que el nuestro.......continuará
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