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En el mes de la Tradición.
CUANDO, DE ALGUNA MANERA, TAL VEZ ME CONTACTE CON JOSE HERNANDEZ.
Todos los amigos conocen mi gusto por el tradicionalismo. Estoy seguro que el muro de face se llenará de loas a José Hernández como escritor y es correcto este homenaje al creador de nuestra Biblia Gaucha: “El Martín Fierro”. Pero yo quiero destacar su faceta de aprendizaje y su espíritu de luchador.
Fue u
CUANDO, DE ALGUNA MANERA, TAL VEZ ME CONTACTE CON JOSE HERNANDEZ.
Todos los amigos conocen mi gusto por el tradicionalismo. Estoy seguro que el muro de face se llenará de loas a José Hernández como escritor y es correcto este homenaje al creador de nuestra Biblia Gaucha: “El Martín Fierro”. Pero yo quiero destacar su faceta de aprendizaje y su espíritu de luchador.
Fue u
n gran autodidacta, periodista, soldado y luchador federalista cuyo poema Martín Fierro, considerado un clásico nacional, canta la independencia, el estoicismo y el coraje de los gauchos.
Nació el 10 de Noviembre de 1834, en la Chacra de Pueyrredón, en el caserío de Perdriel, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires.
Sus padres fueron Don Rafael Hernández y Doña Isabel de Pueyrredón, prima hermana de Juan Martín de Pueyrredón. A la edad de 4 años José ya leía y escribía, y cursó su escolaridad en el Colegio de Don Pedro Sánchez.
Cuando tenía 9 años, a causa de una enfermedad y ya con su madre fallecida, los médicos recomendaron a su padre (capataz de las estancias de Rosas) que lo llevara a vivir al campo. Se trasladaron entonces al sur de la provincia, al poblado de Camarones. Fue allí donde entró en contacto con el estilo de vida, las costumbres, la lengua y los códigos de honor de los gauchos. Vive 9 años en el campo y tiene participación en varios enfrentamientos con los indios, que en aquel entonces ocupaban gran parte de la provincia de Buenos Aires.
Entre 1852 y 1872, durante una época de gran agitación política en el país, defendió la postura de que las provincias no debían permanecer ligadas a las autoridades centrales, establecidas en Buenos Aires. En el año 1853 viste uniforme militar y combate en Rincón de San Gregorio contra las fuerzas del coronel rosista Hilario Lagos. Este suceso, conocido como “La Batalla Olvidada” ocurrió el 22 de enero de 1853 y fue un enfrentamiento durante las guerras civiles argentinas, entre las fuerzas de la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, que se había separado de aquella por la revolución del 11 de septiembre del año anterior.
Y aquí me quiero detener en su biografía para explicar el título de esta publicación. A partir del año 1983 y durante cinco hermosos años fui director de la Escuela Rural Nº 26 del Partido de Chascomús. Está ubicada a 45 kilómetros de la ciudad por camino de tierra. La última parte, unos 15 kilómetros, es un terraplén de tierra hecho con la sacada del llamado canal 18, al que bordea. Este canal desagota en el río Salado.
El paraje donde está ubicada la escuelita es precisamente: San Gregorio. El lugar donde se desarrollo la batalla del mismo nombre.
En muchas casas de los padres de mis alumnos guardan balas de cañón que se habían encontrado en el lugar.
Cuando los productores rurales araban sus campos, como testigos mudos de esta batalla, solían aparecer restos de fusiles, y trozos de sables, que el tiempo y la corrosión habían prácticamente destruido.
Sabiendo mi gusto por la historia y el tradicionalismo un día un alumno me trajo, de parte de su padre, una empuñadura de un sable. Lo había encontrado, precisamente rastreando el campo.
Cuando lo tuve en mi mano, imaginé un montón de cosas. ¿A quién habría pertenecido? ¿De qué bando habría peleado? ¿Habría muerto en la batalla? Y me imaginé… ¿Y por qué no, que había pertenecido a José Hernández?
La verdad es que este trozo de historia pesaba en mi mano, me quemaba. ¿Cuántas cosas le preguntaría si pudiese contestarme?
Todavía lo conservo, está muy deteriorada, y hasta hubo gente que visitando mi casa me preguntó ¿Para qué guardás esa porquería? ¡Como se ve que no sienten la historia!
En la foto, el busto de José Hernández emplazado en la entrada del Museo Pampeano de Chascomús.
Nació el 10 de Noviembre de 1834, en la Chacra de Pueyrredón, en el caserío de Perdriel, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires.
Sus padres fueron Don Rafael Hernández y Doña Isabel de Pueyrredón, prima hermana de Juan Martín de Pueyrredón. A la edad de 4 años José ya leía y escribía, y cursó su escolaridad en el Colegio de Don Pedro Sánchez.
Cuando tenía 9 años, a causa de una enfermedad y ya con su madre fallecida, los médicos recomendaron a su padre (capataz de las estancias de Rosas) que lo llevara a vivir al campo. Se trasladaron entonces al sur de la provincia, al poblado de Camarones. Fue allí donde entró en contacto con el estilo de vida, las costumbres, la lengua y los códigos de honor de los gauchos. Vive 9 años en el campo y tiene participación en varios enfrentamientos con los indios, que en aquel entonces ocupaban gran parte de la provincia de Buenos Aires.
Entre 1852 y 1872, durante una época de gran agitación política en el país, defendió la postura de que las provincias no debían permanecer ligadas a las autoridades centrales, establecidas en Buenos Aires. En el año 1853 viste uniforme militar y combate en Rincón de San Gregorio contra las fuerzas del coronel rosista Hilario Lagos. Este suceso, conocido como “La Batalla Olvidada” ocurrió el 22 de enero de 1853 y fue un enfrentamiento durante las guerras civiles argentinas, entre las fuerzas de la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, que se había separado de aquella por la revolución del 11 de septiembre del año anterior.
Y aquí me quiero detener en su biografía para explicar el título de esta publicación. A partir del año 1983 y durante cinco hermosos años fui director de la Escuela Rural Nº 26 del Partido de Chascomús. Está ubicada a 45 kilómetros de la ciudad por camino de tierra. La última parte, unos 15 kilómetros, es un terraplén de tierra hecho con la sacada del llamado canal 18, al que bordea. Este canal desagota en el río Salado.
El paraje donde está ubicada la escuelita es precisamente: San Gregorio. El lugar donde se desarrollo la batalla del mismo nombre.
En muchas casas de los padres de mis alumnos guardan balas de cañón que se habían encontrado en el lugar.
Cuando los productores rurales araban sus campos, como testigos mudos de esta batalla, solían aparecer restos de fusiles, y trozos de sables, que el tiempo y la corrosión habían prácticamente destruido.
Sabiendo mi gusto por la historia y el tradicionalismo un día un alumno me trajo, de parte de su padre, una empuñadura de un sable. Lo había encontrado, precisamente rastreando el campo.
Cuando lo tuve en mi mano, imaginé un montón de cosas. ¿A quién habría pertenecido? ¿De qué bando habría peleado? ¿Habría muerto en la batalla? Y me imaginé… ¿Y por qué no, que había pertenecido a José Hernández?
La verdad es que este trozo de historia pesaba en mi mano, me quemaba. ¿Cuántas cosas le preguntaría si pudiese contestarme?
Todavía lo conservo, está muy deteriorada, y hasta hubo gente que visitando mi casa me preguntó ¿Para qué guardás esa porquería? ¡Como se ve que no sienten la historia!
En la foto, el busto de José Hernández emplazado en la entrada del Museo Pampeano de Chascomús.
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