viernes, 17 de agosto de 2012

San Martín

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José de San Martín

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José Francisco de San Martín y Matorras
José de San Martín

20 de septiembre de 1822 – 17 de agosto de 1850

3 de agosto de 1821 – 20 de septiembre de 1822
Sucesor Francisco Xavier de Luna Pizarro

21 de mayo de 1820 – 17 de agosto de 1850 (fallecimiento)

19 de mayo de 1820 – 20 de septiembre de 1822

14 de febrero de 1817 – 19 de mayo de 1820

14 de febrero de 1817 – 20 de julio de 1820
Predecesor José Miguel Carrera
Sucesor Bernardo O’Higgins

1 de agosto de 1816 – 20 de septiembre de 1822
Sucesor Enrique Martínez (convertido en "División de los Andes")

10 de agosto de 1814 – 24 de septiembre de 1816
Predecesor Marcos Balcarce
Sucesor Toribio de Luzuriaga

30 de enero de 1814 – 20 de abril de 1814
Predecesor Manuel Belgrano
Sucesor José Rondeau

7 de diciembre de 1812 – abril de 1816
Sucesor José Matías Zapiola

Datos personales
Nacimiento 25 de febrero de 1778
Bandera del Imperio Español Reducción de Yapeyú, Misiones Guaraníes, Virreinato del Río de la Plata
Fallecimiento 17 de agosto de 1850 (72 años)
Bandera de Francia Boulogne-sur-Mer, Francia
Cónyuge María de los Remedios de Escalada
Hijos Mercedes Tomasa San Martín y Escalada
Profesión Militar
Firma Firma de José de San Martín
José Francisco de San Martín (Reducción de Yapeyú, Virreinato del Río de la Plata, 25 de febrero de 1778 - Boulogne-sur-Mer, Francia, 17 de agosto de 1850) fue un militar argentino, cuyas campañas fueron decisivas para las independencias de la Argentina, Chile y el Perú.
El 6 de diciembre de 1783, con aún cinco años, y previa estadía en Buenos Aires, viajó a España con su familia, pues su padre había sido destinado a Málaga. Comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Ingresó posteriormente en el ejército haciendo su carrera militar en el Regimiento de Murcia. Combatió en el norte de África y luego contra la dominación napoleónica de España, participando en las batallas de Bailén y La Albuera. Con 34 años, en 1812, habiendo alcanzado el grado de Teniente Coronel, y tras una escala en Londres, partió a Buenos Aires, donde se le encomendó la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo (que hoy lleva su nombre), el cual logró el triunfo en el Combate de San Lorenzo. Más tarde se le encomendó la jefatura del Ejército del Norte, en reemplazo del General Manuel Belgrano. Entonces concibió su plan de emancipación sudamericana, comprendiendo que el triunfo patriota sólo se consolidaría al eliminar todos los núcleos realistas en el continente.
Nombrado gobernador de Cuyo, con sede en la ciudad de Mendoza puso en marcha su proyecto: tras organizar al Ejército de los Andes cruzó con el mismo la cordillera del mismo nombre y lideró la liberación de Chile, en las batallas de Chacabuco y Maipú. Utilizando a una flota organizada en Chile, atacó el centro del poder español en Sudamérica, la ciudad de Lima, declarando la independencia del Perú en 1821. Poco después se encontró en Guayaquil con Simón Bolívar, y tras una breve entrevista le cedió su ejército y la meta de finalizar la liberación del Perú. San Martín partió hacia Europa, donde murió el 17 de agosto de 1850.
San Martín y Bolívar son considerados los dos libertadores más importantes de Sudamérica de la colonización española. En la Argentina se lo reconoce como el padre de la Patria y se lo valora como el principal héroe y prócer nacional. En el Perú se lo reconoce como libertador del país, con los títulos de «Fundador de la Libertad del Perú», «Fundador de la República» y «Generalísimo de las Armas». El Ejército de Chile le reconoce el grado de Capitán General.

Contenido

Su familia

Nacimiento

Nació el 25 de febrero de 1778 en Yapeyú, una ex misión jesuítica situada a orillas del río Uruguay en la Gobernación de las Misiones Guaraníes del Virreinato del Río de la Plata, en la actual Provincia de Corrientes, Argentina.

Padres

Su padre, Juan de San Martín, hijo de Andrés de San Martín e Isidora Gómez, había nacido en la villa de Cervatos de la Cueza, en la Provincia de Palencia (antiguo Reino de León, España), y era Teniente gobernador del departamento. Sirvió como militar a la Corona española y fue el primer teniente gobernador de la Gobernación de las Misiones Guaraníes con sede en Yapeyú, creada para administrar las treinta misiones jesuíticas guaraníes, luego de que la orden fuera expulsada de América por el rey Carlos III en 1777.
Su madre, Gregoria Matorras del Ser, hija de Domingo Matorras y María del Ser, también había nacido en la Provincia de Palencia, el 12 de marzo de 1738, concretamente en Paredes de Nava. Era prima hermana de Jerónimo Matorras, Gobernador y Capitán General del Tucumán.
Juan de San Martín contrajo enlace con Gregoria, por poder, (el representante fue el capitán de dragones Juan Francisco de Somalo), el 1 de octubre de 1770, con las bendiciones del obispo de Buenos Aires, Manuel Antonio de la Torre. Poco después se trasladaron a Calera de las Vacas (actualmente Calera de las Huérfanas, en Uruguay), como administrador de la estancia jesuítica, y allí nacieron tres de sus hijos. Al cesar en ese cargo fue designado teniente gobernador de Yapeyú; sus otros dos hijos nacerían en ese lugar, siendo José el menor de ellos. Juan de San Martín organizó cuerpo militar de naturales guaraníes compuesto por 550 hombres, destinados a contener los avances portugueses y las incursiones de los indígenas charrúas.
En 1779, Juan de San Martín ascendió al grado de capitán del ejército real; poco después Gregoria Matorras volvió a Buenos Aires con sus cinco hijos y se reuniría allí con su esposo en 1781. En abril de 1784, Juan de San Martín y su familia llegaban a Cádiz. Falleció el 4 de diciembre de 1796 en Málaga. Sus restos fueron trasladados al cementerio de La Recoleta, Buenos Aires.
Desde que Juan de San Martín falleciera en Málaga, doña Gregoria vivió acompañada por su hija María Elena y su nieta Petronila, recibiendo una modesta pensión. Murió en Orense, Galicia, el 1 de junio de 1813.

Hermanos

San Martín fue el menor de cinco hermanos; María Elena (18 de agosto de 1771), Manuel Tadeo (28 de octubre de 1772) y Juan Fermín (5 de febrero de 1774), nacidos en la Real Calera de las Vacas, jurisdicción de la parroquia de Las Víboras, y Justo Rufìno (1776) nacido ya en Yapeyú como su hermano José Francisco.
En España todos los hermanos siguieron la carrera militar y mantuvieron escaso contacto entre ellos. Sin embargo, José de San Martín mantuvo contacto epistolar con ellos, así como con María Elena. Es posible que, ya exiliado en Europa, José de San Martín no supiera que su hermano Juan Fermin, muerto en Manila, había tenido hijos, de modo que supuso que la única descendiente de sus hermanos era Petronila González Menchaca, la hija de María Elena.1

María Elena de San Martín

María Elena se casó en España con Rafael González Menchaca y tuvo una hija; Petronila. A ambas el general San Martín dejó una pensión vitalicia, como consta en su testamento. María Elena falleció en Madrid el año 1852.2

Manuel Tadeo de San Martín

Manuel Tadeo siguió la carrera militar, se desempeñó en el Regimiento de Infantería de Soria, tomó parte en las campañas de África y los Pirineos, en 1794 fue tomado prisionero por los franceses. Al año siguiente fue liberado y hacia 1800 obtuvo el grado de capitán, revistando en el Regimiento de Infantería de Valencia hasta 1806, cuando pasó al Regimiento de Infantería de Ceuta. Participó en la Guerra de la Independencia Española y luchó contra los franceses en Extremadura, Cataluña y Valencia. En 1817 llegó a coronel y, en 1826, se le concedió el gobierno militar de la fortaleza de Santa Isabel de los Pasajes, en San Sebastián. En su correspondencia conservada, José de San Martín lo animó a integrar las filas independentistas, pero Manuel permaneció en España. Falleció en Valencia en 1851.

Juan de San Martín (h)

Ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Soria en 1788. En 1802 se trasladó a Filipinas, donde contrajo matrimonio con Josefa Manuela Español de Alburu. Falleció en Manila el 17 de julio de 1822. Fue el único de los hermanos San Martín que tuvo descendencia masculina. El último de los San Martín murió en Filipinas en 1945.3

Justo Rufino de San Martín

En 1795 fue admitido en el Real Cuerpo de Guardias de Corps, más tarde se incorporó al Regimiento de Caballería Húsares de Aragón, con el grado de capitán. Tomó parte en la Guerra de Independencia y participó en importantes hechos de la misma. Cuando José de San Martín se exilió, Justo lo acompañó en Bruselas y en París en distintas ocasiones entre 1824 y 1832. Falleció en Madrid en 1832.2

Esposa

María de los Remedios de Escalada nació en Buenos Aires el 20 de noviembre de 1797, hija de Antonio José de Escalada y Tomasa de la Quintana y Aoiz. Su familia era rica y prestigiosa, estando vinculada a la causa patriota.
Contrajo enlace con José de San Martín en Buenos Aires, el 12 de noviembre de 1812, cuando tenía 15 años de edad. La influencia de su familia fue fundamental para la creación del Regimiento de Granaderos a Caballo.
Más adelante, ya en Mendoza, Remedios de Escalada fue la fundadora de la Liga Patriótica de Mujeres, con el objetivo de colaborar con el naciente Ejército de los Andes. Para ello, entre otros gestos, donó todas sus joyas.
Falleció en Buenos Aires el 3 de agosto de 1823. Antes de embarcar rumbo a Europa en 1824, su esposo le hizo construir un sepulcro en el Cementerio de La Recoleta, cuyo epitafio reza: "Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del General San Martín".4

Hija

Mercedes Tomasa San Martín y Escalada fue la única hija del general José de San Martín y de María de los Remedios de Escalada. Nació en Mendoza, 24 de agosto de 18165 y falleció en Brunoy, Francia, el 28 de febrero de 1875.
Desde los años 30 del siglo XIX, el general José de San Martín se exilió permanentemente a París, acompañado por Mercedes. Debido a las convulsiones revolucionarias, la familia decidió trasladarse a un pueblo más retirado, siendo el lugar elegido Boulogne-sur-Mer. Allí enfermaron ambos de cólera, ante lo que fueron atendidos por el médico y diplomático argentino Mariano Severo Balcarce. Ese mismo año, la hija del general se casó con él, teniendo dos hijas: Josefa Dominga Balcarce y María Mercedes Balcarce.
Luego de la muerte de su padre, y con el retiro de Mariano de la diplomacia, la familia Balcarce se mudó a Brunoy, cerca de París. Mercedes moriría allí a la edad de 58 años. En 1951, su cuerpo, como el de su esposo y su hija mayor, fueron repatriados y ahora yacen en la Basílica de San Francisco, en Mendoza.

Estadía en España

Cuadro de La rendición de Bailén, que concluyó la Batalla de Bailén.
En 1781, cuando San Martín tenía tres años, la familia se trasladó de Yapeyú a Buenos Aires. Luego se mudaron a España, embarcando rumbo a Cádiz el 6 de diciembre de 1783 y se radican en la ciudad de Málaga.
José comenzó sus estudios en el Real Seminario de Nobles de Madrid y en la Escuela de Temporalidades de Málaga en 1786. Allí aprendió castellano, latín, francés, alemán, baile, dibujo, poética, esgrima, retórica, matemática, historia y geografía.
Los demás hermanos varones también siguieron la carrera militar, pero sólo José Francisco volvería a América.6

Carrera militar en el Ejército Español

El 21 de julio de 1789, a los once años de edad, comenzó su carrera militar en clase cadete en el Regimiento de Murcia, mientras estallaba la Revolución francesa. Luchó en la campaña del norte de África combatiendo a los moros en Melilla y Orán. El 19 de junio de 1793 fue ascendido a subteniente 2°, por sus acciones en los Pirineos frente a los franceses. En agosto de ese año su regimiento, que había participado en las batallas navales contra la flota inglesa en el mar Mediterráneo, se rindió. El 28 de julio de 1794 alcanzó el grado de subteniente 1°, el de teniente 2° el 8 de mayo de 1795, ayudante 2° el 26 de diciembre de 1802 y capitán el 2 de noviembre de 1804.7
Durante el período siguiente luchó con el grado de capitán 2º de infantería ligera en diferentes acciones, en la Guerra de las Naranjas contra Portugal (1802) y en Gibraltar y Cádiz contra los británicos (1804).
La Medalla de Oro de los Héroes de Bailén,8 premio militar español, otorgado a San Martín por decreto de la Junta Suprema de Sevilla del 11 de agosto de 1808, en mérito a su acción en esta batalla ganada a los franceses, por la cual también fue ascendido al grado de teniente coronel.
En 1808 las tropas de Napoleón Bonaparte invadieron la península Ibérica y el rey Fernando VII fue hecho prisionero. Poco después estalló la rebelión contra el emperador y contra su hermano José Bonaparte, que había sido proclamado rey de España. Se estableció una Junta Central de Gobierno, que actuó primero en Sevilla y luego en Cádiz. San Martín fue ascendido por la Junta al cargo de ayudante 1º del Regimiento de Voluntarios de Campo Mayor. También sirvió más de un año a bordo de la fragata de guerra Dorotea.
Distinguido por sus acciones contra los franceses, fue ascendido a capitán del Regimiento de Borbón. Su principal actuación fue en la gran victoria de la Batalla de Bailén, del 19 de julio de 1808, en que tuvo una actuación destacada como ayudante del general marqués de Coupigny. Esta victoria fue la primera derrota importante de las tropas de Napoleón, y permitió al ejército de Andalucía recuperar Madrid. En premio por su actuación, San Martín recibió el grado de teniente coronel el 11 de agosto de 1808. El ejército completo recibió la Medalla de Oro de los Héroes de Bailén.
Continuó luchando contra los franceses en el ejército de los aliados en el Rosellón, Portugal e Inglaterra. En la Batalla de La Albuera combatió a las órdenes del general William Carr Beresford, el mismo que dos años antes había invadido Buenos Aires.
En esas campañas conoció a Lord Macduff, un noble escocés que lo introdujo a las logias secretas que conspiraban para conseguir la independencia de América del Sur. Fue allí que hizo contacto por primera vez con círculos de liberales y revolucionarios, que simpatizaban con la lucha por la independencia americana.
Participó en 17 acciones de guerra: Plaza de Orán, Port Vendres, Baterías, Coliombré, fragata de guerra Dorotea en un combate con el navío británico El León, Torre Batera, Cruz de Yerro, Mauboles, San Margal, Baterías de Villalonga, Bañuelos, las Alturas, Hermita de San Luc, Arrecife de Arjonilla, Batalla de Bailén, combate de la Villa de Arjonilla y en Batalla de Albuera.9

Londres

El 6 de septiembre de 1811 renunció a su carrera militar en España. San Martín le solicitó a su jefe un pasaporte para viajar a Londres. Su jefe se lo concedió junto con cartas de recomendación, entre ellas una para Lord Macduff, y partió el 14 de septiembre de ese año para vivir en el número 23 de la calle Park Road en el distrito de Westminster, en Londres. Allí se encontró con compatriotas de la América española: Carlos María de Alvear, José Matías Zapiola, Andrés Bello y Tomás Guido, entre otros.
Según algunos historiadores,[cita requerida] aquellos formaban parte de la Gran Reunión Americana, sociedad de presuntas filiaciones masónicas, fundada por Francisco de Miranda, quién junto a Simón Bolívar, ya luchaba en América por la independencia de Venezuela. Es posible que, ya dentro de la hermandad, se haya relacionado con políticos británicos que le hicieron conocer el Plan de Maitland, una estrategia para que América se liberara de España.10

Actuación en el Río de la Plata

Regreso a Buenos Aires

El 19 de enero de 1812 San Martín se embarcó hacia Buenos Aires en la fragata británica George Canning, arribando a Buenos Aires el 9 de marzo. Fue recibido por los miembros del Primer Triunvirato, quienes le reconocieron su grado de teniente coronel.
El nueve del corriente ha llegado á este puerto la fragata inglesa «Jorge Canning», procedente de Londres, con cincuenta días de navegacion (...) A este puerto han llegado entre otros particulares que conducía la fragata inglesa, el Teniente Coronel de caballería don José de San Martin primer ayudante de campo del general en gefe del ejército de la Isla, Marqués de Coupigny; el Capitan de infantería don Francisco Vera; el Alferez de navio don José Zapiola: el Capitan de milicias don Francisco Chilavert: el Alferez de carabineros reales don Carlos Alvear y Balbastro; el Subteniente de infantería don Antonio Arellano; y el primer teniente de guardias walonas Baron de Holmberg. Estos individuos han venido á ofrecer sus servicios al gobierno, y han sido recibidos con la consideracion que merecen, por los sentimientos que protestan en obsequio de los intereses de la patria.
Gaceta de Buenos Aires, número 28 del viernes 20 de marzo de 1812
El 16 de marzo, el gobierno aceptó su propuesta de crear un cuerpo de caballería, que llamó Regimiento de Granaderos a Caballo, para custodiar las costas del río Paraná. Durante el año 1812 se ocupó de instruir a la tropa en las modernas técnicas de combate que conocía por su extensa actuación europea contra los ejércitos de Napoleón.
El Gobierno Superior Provicional, etc.— Atendiendo á los méritos y servicios de Don José de San Martin, y á sus relevantes conocimentos militares, ha venido en conferirle el empleo efectivo de Teniente Coronel de caballería, con el sueldo de tal, desde esta fecha, y Comandante del Escuadron de Granaderos á caballo que ha de organizarse, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden, etc. etc.—
Dado en Buenos Aires á 16 de marzo de 1812 —Feliciano Antonio Chiclana—Manuel de Sarratea— Bernardino Rivadavia—Nicolas de Herrera, Secretario.
Junto con Carlos María de Alvear, fundó a mediados de 1812 una filial de la Logia de los Caballeros Racionales, que rebautizó con el nombre de Logia Lautaro.11 El nombre fue tomado del cacique araucano Lautaro, que en el siglo XVI se había sublevado contra los españoles. La sociedad estaba formada como las logias masónicas de Cádiz y de Londres, similar a la que en Venezuela tenía como miembros a Francisco de Miranda, Simón Bolívar y Andrés Bello. Su objetivo era «trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad». Sus miembros principales, además de San Martín y Alvear, eran José Matías Zapiola, Bernardo Monteagudo y Juan Martín de Pueyrredón.
En octubre de 1812, cuando llegó a Buenos Aires la noticia de la victoria del Ejército del Norte en la batalla de Tucumán, comandado por Manuel Belgrano, San Martín dirigió un movimiento militar preparado por la Logia, con el objeto de derrocar al gobierno, al cual juzgaban poco decidido por la independencia. Bajo la presión de los cuerpos armados y del pueblo, se nombró un Segundo Triunvirato constituido por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Se exigió, además, llamar a una Asamblea Suprema de delegados de todas las provincias, con el fin de declarar la independencia y dictar una constitución.12
El 12 de noviembre de 1812, a los 34 años, contrajo matrimonio con María de los Remedios de Escalada, de 14 años, en la Iglesia de la Merced de Buenos Aires.

Combate de San Lorenzo

La primera acción militar de San Martín y su recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo estuvo dirigida a detener las incursiones con que los realistas de Montevideo asolaban las costas del río Paraná, principal afluente del Río de la Plata y vía de comunicación estratégica para la región.
San Martín se instaló con sus tropas en el convento de San Carlos, posta de San Lorenzo, en el sur de la actual Provincia de Santa Fe. El 3 de febrero de 1813 y ante el desembarco de 300 realistas, se libró el Combate de San Lorenzo, casi frente al convento, a orillas del río.13
Dado que existían aún sospechas acerca de la fidelidad a la causa independentista por parte del recién llegado San Martín, él decidió avanzar al frente de la reducida tropa de granaderos a caballo. Como consecuencia, su caballo fue mortalmente herido y San Martín, aprisionado bajo su cabalgadura, estuvo a punto de ser ultimado por un realista. Le salvó la vida el soldado correntino Juan Bautista Cabral, que antepuso su cuerpo a dos bayonetazos. San Martín lo ascendió post mórtem, por lo que actualmente es conocido como el Sargento Cabral.
Este combate, que por la cantidad de combatientes de ambos bandos podría parecer secundario, permitió alejar para siempre a las flotas realistas que merodeaban por el río Paraná, saqueando las poblaciones.

Ejército del Norte

Encuentro de San Martín y Manuel Belgrano, que la tradición ubica en la Posta de Yatasto.
Luego de esta victoria, San Martín fue designado para hacerse cargo del Ejército del Norte, donde debió reemplazar al general Manuel Belgrano. Su encuento con el jefe saliente ha sido llamado «abrazo de Yatasto», ya que la tradición lo ha fijado en la Posta de Yatasto, en la Provincia de Salta. Investigaciones posteriores Pero las investigaciones de los historiadores Julio Arturo Benencia, han demostrado que el encuentro fue el 17 de enero de 1814, a la salida de la posta de Algarrobos, en cercanías del Río Juramento y a 14 leguas de Yatasto.14
Como comandante del Ejército Auxiliar del Perú debía reorganizar un ejército deshecho por las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. A tal fin retrocedió hacia San Miguel de Tucumán, donde acantonó al Ejército en una fortaleza en construcción, conocida como la Ciudadela, y se dedicó a reforzarlo y adiestrarlo concienzudamente.
Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, llegó a la conclusión de que era imposible llegar por el camino del Alto Perú hasta Lima, que en ese momento era el centro del poderío realista, y desde donde se enviaban expediciones a reconquistar los territorios perdidos ante los independentistas. Cada vez que un ejército realista descendía del Altiplano hacia los valles de la provincia de Salta era derrotado, y cada vez que un ejército patriota ingresaba en el Alto Perú, era también aniquilado.
Fue entonces que el general concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la Cordillera de los Andes y atacar la ciudad de Lima desde el mar. Para mantener segura la frontera del norte, pensaba San Martín, bastaban las tropas irregulares salteñas al mando del coronel Martín Miguel de Güemes, a quien encargó la defensa de la frontera norte y comenzó a preparar su futura estrategia militar.
Dejó brevemente el mando del ejército al general Francisco Fernández de la Cruz, retirándose a Saldán (provincia de Córdoba), para reponerse de una úlcera estomacal. Allí mantendría conversaciones con su amigo Tomás Guido, en las que lo convencería de la necesidad de independizar la región desde Chile.

Gobernador de Cuyo

En 1814 el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas lo nombró gobernador de la Intendencia de Cuyo, con sede en Mendoza. Para entonces, su plan ya estaba terminado y aprobado, y a partir de ese momento San Martín comenzó los preparativos para la campaña al Perú.
Al poco tiempo de asumir, llegó allí el coronel Juan Gregorio de Las Heras, que había comandado fuerzas argentinas en Chile, y que se había retirado por las desinteligencias de los patriotas. Lo envió de regreso, para intentar ayudar a los patriotas chilenos contra la ofensiva realista, pero éste llegó poco después del desastre de Rancagua, en el que se perdió la independencia chilena. Sólo alcanzó a proteger el cruce hacia Mendoza de miles de refugiados chilenos.
Los chilenos venían divididos en dos bandos irreconciliables: los conservadores bajo el mando de Bernardo O'Higgins, y los liberales bajo el de José Miguel Carrera.15 San Martín decidió que debía tomar partido rápidamente, y se decidió por O'Higgins. Luego de un intento de desconocer la autoridad del gobernador de Cuyo, el general Carrera fue arrestado, despojado de su mando y luego expulsado de Mendoza.
El plan de San Martín había sido pensado para ser llevado a cabo desde un Chile patriota; con la caída de este país en manos enemigas, el plan parecía destinado a ser desechado. Pero San Martín tomó la decisión de seguir adelante, sólo que primero tendría que liberar Chile.
El 23 de agosto de 1816 nació en Mendoza su única hija, Mercedes Tomasa, quien lo acompañaría en el exilio.
A pesar de la oposición del nuevo director supremo, Carlos María de Alvear, a quien había conocido en Cádiz y que lo había acompañado hasta entonces, se dedicó a organizar el Ejército de los Andes.
Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia, y varios oficiales del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados entre varios destinos, le fueran enviados a Cuyo.
Como el director Alvear intentó someterlo a su autoridad, le presentó su renuncia al cargo de gobernador. Alvear envió a reemplazarlo al coronel Gregorio Perdriel, pero los mendocinos lo rechazaron airadamente. De modo que San Martín fue confirmado como gobernador por elección popular.
Visión nocturna del monumento a San Martín en frente al Palacio de La Moneda en Santiago de Chile.
Monumento al Libertador en la ciudad de Paraná.
Poco después del nombramiento como nuevo Director Supremo del general Juan Martín de Pueyrredón, se reunió con él en Córdoba, donde discutieron largamente su plan de campaña sobre Chile y Perú. El 20 de mayo de 1816, Tomás Guido presentaría una Memoria oficial, en la que se exponía detalladamente el plan, que sería aprobada y mandada a ejecutar por el Director.
Presionó a los diputados cuyanos al Congreso de Tucumán para declarar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, objetivo conseguido el 9 de julio de 1816.
Para financiar su campaña, además de los cuantiosos aportes de Pueyrredón, obligó a pagar «contribuciones obligatorias» a todos los comerciantes y hacendados. A cambio se les extendía un vale, para cobrarlo «cuando las circunstancias lo permitan». En cambio, tuvo muy pocos miramientos para confiscar los bienes de todos los españoles que no se destacaran en la ayuda a la causa de la Independencia.
Formó un gran campamento militar en El Plumerillo, al noroeste de la ciudad de Mendoza, donde actualmente se encuentra el aeropuerto de la ciudad. Allí formó a sus soldados y oficiales, fabricó armas (sables, fusiles, cañones, municiones y pólvora) y uniformes. Tuvo que ocuparse de engordar mulas y caballos, y fabricar y colocarles herraduras.
El jefe de sus talleres, fray Luis Beltrán, inventó un sistema de poleas para pasar los precipicios con los cañones y otro de puentes colgantes, ambos transportables. La sanidad del ejército estaba en manos del cirujano inglés James Paroissien. El coronel Álvarez Condarco se encargó de realizar los planos de los distintos cruces de la Cordillera de los Andes.
Antes de iniciar la marcha, reunió a los caciques mapuches y les pidió permiso para invadir Chile a través de sus tierras. Alguno de estos caciques le hizo llegar esa noticia al Capitán General de Chile, Casimiro Marcó del Pont, por lo que éste creyó que el grueso del ataque sería por el sur, lo que lo llevó a dividir sus fuerzas.
Contrariamente a lo pretendido por Pueyrredón y sus partidarios, entró en correspondencia con José Gervasio Artigas y se negó a distraer su esfuerzo bélico de las campañas emancipadoras en Chile y en Perú para enfrentar a los federales. Por este motivo los unitarios, en particular Bernardino Rivadavia, llegaron a acusarlo de «traidor».

Expedición libertadora a Chile

El Monumento al Ejército de Los Andes, en el Cerro de la Gloria, en la ciudad de Mendoza, inaugurado el 12 de febrero de 1914 al conmemorarse el nonagésimo séptimo aniversario de la Batalla de Chacabuco

El Cruce de los Andes

El 12 de enero de 1817 se inició el Cruce de los Andes en dirección a Chile. El Ejército de los Andes fue uno de los dos grandes cuerpos militares que las Provincias Unidas del Río de la Plata desplegó en la Guerra de Independencia Hispanoamericana; contó inicialmente con 3 brigadieres, 28 jefes, 207 oficiales, 3.778 soldados (incluyendo a parte16 de los oficiales y soldados chilenos que emigraron a Mendoza después de la batalla de Rancagua), 1.200 milicianos montados (para conducción de víveres y artillería), 120 barreteros de minas (para facilitar el tránsito por los pasos), 25 baquianos, 47 miembros de sanidad (para el hospital de campaña), 16 piezas de artillería (10 cañones de 6", 2 obuses de 4 1/2" y 4 piezas de montaña de 4"), 15 empleados civiles, 1.600 caballos extras (para caballería y artillería) y 9.281 mulas (7.359 de silla y 1.922 de carga).17
Con el objetivo de dividir a las tropas enemigas, San Martín ordenó primero el avance de parte de las tropas por los pasos de Come Caballos, Guana, Portillo y Planchón. Estos no eran los pasos elegidos para las columnas principales, sino que los dos primeros se hallaban al norte y los últimos al sur de los realmente seleccionados, que eran los que ya habían sido analizados por José Antonio Álvarez Condarco, o sea, los pasos de Uspallata y Los Patos. Era un avance en varios sectores, en un frente de más de 2.000 kilómetros, a través de una gigantesca cordillera. Con esto se pretendía distraer a las fuerzas realistas de Chile que no sabían en definitiva por donde arribarían, y los obligaba a dividir sus fuerzas y provocar movimientos favorables a la Revolución en zonas alejadas de la capital, Santiago de Chile, entre ellas la dirigida por Ramón Freire hacia Chillán, que llegó unos días antes que las demás y convenció al gobernador realista que el ataque principal sería por el sur.
A partir del 17 de enero de 1817, inició el Ejército de los Andes, el avance de sus columnas principales por los pasos de Los Patos y Uspallata.
El Cruce de los Andes.
Las dos columnas principales estaban formadas por 3.500 soldados, cien baqueanos, mil caballos, diez mil mulas (de las que llegaron cuatro mil), treinta cañones, casi un millón de cartuchos de fusil, varias toneladas de pólvora, y alimento para todos los hombres y animales para un mes de marcha.
  • Columna de San Martín (17 de enero de 1817)
El grueso del ejército al mando del propio jefe de la expedición, el general San Martín, tomó la ruta llamada corrientemente Paso de Los Patos. El cuerpo estaba formado por la vanguardia al mando del brigadier mayor Estanislao Soler, el centro al mando del brig. Bernardo O'Higgins, la escolta de granaderos al mando de tte. cnel. Mariano Necochea y la retaguardia al mando del tte. cnel. Pedro Regalado de la Plaza, que conducía la maestranza del ejército. Había varios días de diferencia entre la vanguardia y la retaguardia. San Martín fue de los últimos en partir, porque precisamente estuvo controlando lo más importante, es decir la salida en orden del ejército. O`Higgins, quien iba al centro, le escribía casi cotidianamente a San Martín, que venía uno o dos días más atrás, y le informaba sobre su marcha y la de Soler (Las cartas de O'Higgins son uno de los documentos más precisos para conocer las alternativas de la marcha del ejército a través de las montañas sanjuaninas). El cuerpo abrió la marcha desde El Plumerillo el 19 de enero de 1817, tomó por Jagüel, Yalguaraz, Río de los Patos, salvó el alto cordón del Espinacito por el paso homónimo, situado a 5.000 metros. El 2 de febrero de 1817 inició el paso de la cadena limítrofe por el Paso de las Llaretas. Esta columna tropezó con las mayores dificultades, pues fue preciso escalar cuatro cordilleras. Soler que iba adelante logró las victorias de Achupallas (4 de febrero de 1817) y Las Coimas (7 de febrero de 1817). Al día siguiente ingresaron en San Felipe.7
  • Columna de Las Heras (18 de enero de 1817)
El avance por el Paso de Uspallata y el valle del Río Mendoza, se inició el 18 de enero de 1817, conduciendo todo el parque y la artillería, cuyo transporte era imposible por el más escabroso paso de Los Patos. A cargo de las tropas de 800 hombres, se hallaba el brigadier Juan Gregorio de Las Heras, siendo su segundo el mayor Enrique Martínez. Entre los hombres destacados que lo acompañaban, cabe destacar al fray Luis Beltrán. Tras vencer en los combates de Picheuta, Combate de Potrerillos y Guardia Vieja, pudieron ingresar en Santa Rosa de los Andes, el día 8 de febrero de 1817. En la misma fecha, se produjo la reunión con la división principal que el día anterior había salido victoriosa en la acción de Las Coimas.
Las dos debían reunirse en el valle del Aconcagua, mientras que efectivos menores dispersaban las fuerzas enemigas, induciéndolas a engaño respecto del avance de la agrupación principal.
El cruce fue verdaderamente épico: no sólo cruzaron una de las cadenas montañosas más altas del mundo (Las Heras registró que cruzó el paso de la Cumbre, de 3.500 metros, a las tres de la mañana), sino que lo hicieron por un desierto que en parte no tenía siquiera agua. El único medio día de descanso que tuvieron fue durante una tormenta de granizo que los obligó a detenerse.

La Independencia de Chile

Monumento a San Martín y O’Higgins en el Templo Votivo de Maipú, donde se gestó la batalla que dio la independencia a Chile.
Las fuerzas de Las Heras, de O’Higgins y de Soler se reunieron el 8 de febrero en el Campamento de Curimón. Ante las noticias del avance del jefe realista, coronel Rafael Maroto, hacia las casas de Chacabuco, San Martín ordenó el avance. El 12 de febrero se libró la Batalla de Chacabuco, en la que el Ejército de Los Andes obtuvo la victoria sobre los realistas, que perdieron 500 muertos y 600 prisioneros. Los patriotas tuvieron que lamentar sólo 12 bajas.
El gobernador Casimiro Marcó del Pont huyó hacia el sur, pero fue capturado por el capitán José Félix Aldao, de larga trayectoria posterior.
El 18 de febrero se convocó a un cabildo abierto que propuso a San Martín como Director Supremo de la naciente república, pero éste rechazó el ofrecimiento para evitar sospechas sobre un posible avasallamiento de la Provincias Unidas del Río de la Plata sobre la autonomía de Chile.18 Dos días después, el cabildo nombró a O'Higgins como Director Supremo, designación que San Martín avaló.
Días después, San Martín ordenó a Las Heras que persiguiera a los realistas hasta Concepción, pero éste no pudo impedir que se atrincheraran en Talcahuano. O'Higgins intentó capturar esa fortaleza, pero fue completamente vencido. Aprovechando esa posición, el virrey del Perú envió refuerzos para los realistas, al mando del ex gobernador Mariano Osorio.
Mientras tanto, San Martín viajó a Buenos Aires, a pedir más colaboración a Pueyrredón, que debería también formar una escuadra. A su regreso ordenó a sus hombres replegarse hacia el norte, reuniendo unos 8.000 hombres en las afueras de Talca. Allí se produjo el 19 de marzo de 1818 la sorpresa de Cancha Rayada, en que el Ejército Unido bajo las órdenes de San Martín fue derrotado cuando realizaba una maniobra nocturna para evitar un inminente ataque. En la oscuridad se generó una gran confusión, y los españoles perdieron 300 hombres, pero quedaron dueños del campo y capturaron el parque, fusiles y cañones, levantando mucho la moral de sus tropas. Los patriotas tuvieron 120 bajas, pero la división a cargo de Las Heras emprendió una retirada ordenada sustrayéndose a la lucha, con lo que pudo iniciar la reorganización de los restos del Ejército Unido.
La desmoralización hizo efecto en Santiago, y muchos patriotas escribieron a Osorio pidiendo clemencia, mientras otros huían a las Provincias Unidas. Pero San Martín no se dio por vencido, y en quince días puso nuevamente a su ejército en condiciones de luchar nuevamente. San Martín esperó a Osorio en los llanos del río Maipo.
Parte donde San Martín anuncia a O'Higgins la victoria en la Batalla de Maipú.
El 5 de abril se produjo la batalla de Maipú, en que fuerzas patriotas obtuvieron una completa victoria. El adversario dejó en el campo de batalla 2.000 cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y material de guerra. El brigadier O'Higgins, herido en Cancha Rayada, no participó de la batalla; pero se hizo presente una vez finalizada la lucha, montado en su caballo, para abrazar a San Martín y llamarlo "Salvador de Chile".
El escueto parte de la victoria dice:
«Acabamos de ganar completamente la acción. Nuestra caballería los persigue hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San Martín.»
En efecto, con la batalla de Maipú se obtuvo definitivamente la victoria sobre las tropas realistas, asegurando finalmente la independencia de Chile.
El gobierno de Chile lo premió con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero San Martín rechazó ambos regalos diciendo: «No estamos en tiempos para tanto lujo.»
Sin embargo, San Martín tuvo opositores locales, como los hermanos Carrera, líderes de un sector opositor a O’Higgins, que conspiraban contra San Mertín y especialmente contra O'Higgins. Juan José y Luis Carrera fueron arrestados, y José Miguel huyó a la Banda Oriental. Poco antes de Maipú, Juan José y Luis Carrera fueron fusilados en Mendoza por orden del gobernador Toribio de Luzuriaga a instancias de Bernardo de Monteagudo,19 que poco después volvería a Chile.20 Desde entonces, José Miguel Carrera intentaría volver a su país para deponer a O'Higgins y juzgar a San Martín por la ejecución de sus hermanos.

Preparativos para una nueva campaña

Luego de la emancipación chilena San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos federales. Entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida de O’Higgins, ambos lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en Gran Bretaña, al mando de Alexander Cochrane.
El Gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que navegaría bajo bandera chilena. Finalmente San Martín fue designado general en jefe del Ejército de Chile, y general del mismo, siéndole conferido ad honorem el grado de Capitán General del ejército de Chile dos días después de ello. Cuando se disponía a reanudar la campaña al Perú recibió la orden del Directorio de marchar hacia el Litoral Argentino con su ejército para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos. San Martín se negó de plano, y ante la insistencia respondió con el silencio. En febrero de 1820, la victoria del Partido Federal provocó la caída del Directorio de las Provincias Unidas, quedando el país sin gobierno central.21 Esta situación dejó sin respaldo legal su autoridad, por lo que renunció frente a los oficiales argentinos; pero estos, dirigidos por el coronel Enrique Martínez, rechazaron su renuncia.
Finalmente, el 20 de agosto de 1820 partía San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, pertenecientes al Ejército libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1.600 eran marinos. Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes. No se puede especificar a ciencia cierta cuantos soldados argentinos y cuantos chilenos conformaban la expedición y que número prevaleció pero la mayor parte de los oficiales eran argentinos y los jefes navales de orígenes varios, siendo de destacar los británicos entre quienes se encontraba Cochrane, franceses como Hipólito Bouchard y chilenos como Manuel Blanco Encalada.

Independencia y Protectorado del Perú

San Martín proclamando la Independencia del Perú frente a la multitud reunida en la Plaza de Armas de Lima (óleo de Juan Lepiani, en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú).
Acta de la Independencia del Perù.
El 8 de septiembre, el ejército al mando de San Martín desembarcó en la playa de Paracas, cerca del puerto de Pisco, haciendo retroceder al ejército realista, que se replegó a la zona de la Sierra.
El virrey Pezuela, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales la mayor parte defendía Lima. Tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, planteó una salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a ningún acuerdo aceptable para San Martín. Éste envió una división al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales por la ruta de la sierra, para perseguir a las divisiones realistas ubicadas en esa zona y propiciar la insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto.
San Martín se reembarcó en la escuadra, y en los primeros días de noviembre desembarca en la localidad de Huacho, donde fortificó su posición e inició su estrategia para sitiar definitivamente Lima.
El 29 de enero de 1821 se sublevaron altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien renunció a su cargo y fue sustituido por el general José de La Serna, que sería confirmado más tarde como virrey del Perú por la corona. El nuevo virrey propuso a San Martín nuevas negociaciones diplomáticas, las cuales finalmente fracasaron debido a que la propuesta definitiva del general era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses; en el mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna consecuencia favorable para los independentistas. San Martín decidió iniciar una nueva estrategia y envió dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur, y otra al mando del general Arenales, hacia la sierra.
San Martín dejó Huacho y desembarcó en Ancón, estrechando el cerco a Lima. Simultáneamente inició nuevas negociaciones de paz, que se realizaron a fines de abril en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima; los delegados de San Martín fueron Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; por parte del virrey La Serna fueron Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Las negociaciones fracasaron nuevamente.
Pocos días después se pasó a sus filas uno de los más destacados regimientos de las fuerzas del virrey: el regimiento realista Numancia, compuesto de venezolanos y neogranadinos, que había sido formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú tres años más tarde en por Pablo Morillo. Esta deserción en masa desmoralizó al resto de las fuerzas realistas, obligando a De La Serna a abandonar la ciudad el 5 de julio, internándose en la sierra. Esto le abrió las puertas de Lima a San Martín.22

Gobierno en Perú

San Martín ocupó Lima y reunió un cabildo abierto el 15 de julio. El día 28, ante una multitud reunida en la Plaza de Armas de Lima, San Martín declaró la independencia y fue nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar.
Formó su ministerio con los ministros Hacienda Hipólito Unanue, de Hacienda, Juan García del Río, de Relaciones Exteriores y Bernardo de Monteagudo, de Guerra y Marina. En el mes de octubre dictó un Estatuto Provisorio de Gobierno, en el cual se establecía la división territorial, la libertad de vientres, y la libertad de los indígenas de los tributos específicos.23 Jurídicamente, el Reglamento establecía que
“todas las leyes, ordenanzas y reglamentos quedan en su fuerza y vigor, mientras no sean derogadas o abrogadas por autoridad competente.”24
Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú, a la cual donó su colección personal de libros,25 y creó la Orden del Sol, actualmente llamada Orden El Sol del Perú.26
Fundó la Sociedad Patriótica, formada por 40 ciudadanos peruanos, a quienes consideró los más ilustrados entre los decididos por la causa independentista. Ésta se enfrascó en discusiones sobre la forma más conveniente de gobernar el país, entre la monarquía constitucional que apoyaba San Martín y defendían los ministros Unanue y Monteagudo, y la república, que defendían Manuel Pérez de Tudela y Mariano José de Arce. En apoyo a sus ideas monarquistas, envió a García del Río y Diego Paroissien a Europa, a conseguir un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, para que reinara en el Perú. También debían contratar un empréstito para continuar la campaña militar.23
Estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, pero no permitió otro culto religioso que el católico. Expulsó a miles de españoles nototiamente contrarios a la independencia y confiscó sus bienes.24
Desde Ancón, y posteriormente desde Lima, San Martín envió una serie de campañas para incorporar al Protectorado al resto del Perú, pero algunos triunfos parciales no pudieron evitar que el Virrey se hiciera fuerte en la Sierra, fijando su capital en Cuzco; el Protector no tenía fuerzas para enfrentarlo con probabilidades ciertas de triunfar.27
Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador, en el que reclamaba la incorporación a la misma del batallón Numancia. Esta unidad, compuesta de venezolanos y neogranadinos había sido formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú tres años más tarde en por Pablo Morillo. A poco de desembarcar San Martín en territorio peruano, se había pasado a sus filas.22 San Martín se negó a perder la excelente unidad, y en su lugar envió una División Auxiliar al mando de Andrés de Santa Cruz —en su mayoría compuesta por tropas inexpertas— que participaron en las batallas de Riobamba y Pichincha.28
Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realizó la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con Simón Bolívar, teniendo como tema principal la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica. Tras una conversación privada, cuyo contenido sólo se puede conjeturar, cedió a Bolívar la iniciativa y conclusión de la campaña libertadora.29
Poco después decidió retirarse de todos los cargos y volver a su país.
"He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos."
José de San Martín (carta a Bolívar. Lima, 10 de septiembre de 1822)
Su gobierno habia durado desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.

El retiro

Daguerrotipo de San Martín a los setenta años de edad (1848).
Monumento "Al abuelo inmortal", en Buenos Aires, en que se lo representa junto a sus nietas
Vuelto a Mendoza en enero de 1823, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad. Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.30
Al empeorar la salud de su esposa, decidió viajar a Buenos Aires. Al llegar, su mujer ya había fallecido el 3 de agosto de 1823. La lápida de su sepultura, que puede leerse en el Cementerio de la Recoleta, reza: «Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín».
Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre (Francia). Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París. Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes. En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba sus ideales educativos.
Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.
En marzo de 1829 intentó regresar a Buenos Aires, al saber que había vuelto a estallar la guerra civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto. Su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, ofreció a San Martín, la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, pero éste juzgó que la situación a que había llevado el enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos. Respondió a Lavalle que: «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos». Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.
Durante los años que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país. En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y gracias a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.31
Recibió la visita de varios personajes americanos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand Bourg en varias oportunidades. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien lo mantenía informado sobre la situación política en América.

Testamento y muerte

Fechó su testamento ológrafo en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce que ejercía como embajador argentino en París.
Entre sus cláusulas establecía:
  • Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento.
  • Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.
  • Que su sable corvo favorito, el de las batallas de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, «como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla».32
  • Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, «pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires».
  • Declaraba como su primer título el de generalísimo del Ejército del Perú.
En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad costera de Boulogne-sur-Mer, estableciéndose en una habitación alquilada. Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno. Según cuenta la leyenda, el reloj de la casa dejó de funcionar a esa hora y aún sigue marcando las 3 en punto. Casualmente, en el mismo país donde murió San Martín, Francia, moría Honoré de Balzac, un día después.

Sus restos

Mausoleo de San Martín en la Catedral de Buenos Aires.
En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy, Francia. Luego hubo varios intentos de repatriarlos a los que se opuso su hija, quien como esposa del embajador en Francia y afincada en ese país, prefería que permanecieran cerca de su residencia. A la muerte de Mercedes San Martín en febrero de 1875 se activaron las gestiones y durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se creó la «Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador». La repatriación de los restos de José de San Martín finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880 cuando fueron conducidos a Buenos Aires por el vapor transporte Villarino en su viaje inaugural, arribando en una masiva celebración pero en vísperas del estallido de la revolución de 1880.
Una leyenda urbana sostiene que la Iglesia Católica se habría opuesto a que se depositaran sus restos en la Catedral dada su condición de masón que acarreaba, de suyo, la excomunión.33 Según la leyenda mencionada, sólo tras largas negociaciones se habría alcanzado un acuerdo, en virtud del cual el féretro descansaría en una de las naves laterales de la catedral, e inclinado con su cabeza hacia abajo. Esta leyenda ha sido refutada por los investigadores especializados, como Enrique Mario Mayochi del Instituto Nacional Sanmartiniano, quien comenta, respecto de la sepultura: «...fue la Municipalidad de Buenos Aires la que gestionó la cesión de parte del recinto catedralicio y... la autorización debida fue dada por la autoridad eclesiástica por entender, como antes se dijo, que sería una gloria tener y custodiar los restos del Libertador. Cuanta otra cosa se diga no pasa de especulación infundada o añagaza malintencionada.»34
En el mausoleo se encuentra escrito: «Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador».

Las «Máximas para mi hija»

San Martín escribió una lista de consejos para su hija Merceditas:35
  1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que nos perjudican. Stern36 ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos”.
  2. Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.
  3. Inspirarle una gran confianza y amistad, pero unida al respeto.
  4. Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.
  5. Respeto sobre la propiedad ajena.
  6. Acostumbrarla a guardar un secreto.
  7. Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.
  8. Dulzura con los criados, pobres y viejos.
  9. Que hable poco y lo preciso.
  10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa.
  11. Amor al aseo y desprecio al lujo.
  12. Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.

Controversias

Masonería

Monumento a San Martín en su cruce de los Andes, en la plaza San Martín de Lima (Perú)
Monumento a San Martín en Santiago de Chile (primera estatua en el mundo dedicada a él)
Existen dos teorías en torno a la supuesta filiación masónica del general San Martín, que generaron polémicas durante varios años. Mientras diversos historiadores afirman que en ningún momento ingresó en una logia masónica regularmente constituida, hay otros que aseguran lo contrario. Entre los primeros, se argumenta que la totalidad de las logias con las que mantuvo contacto a lo largo de su vida, principalmente la Lautaro, no eran estrictamente masónicas, sino que habrían sido únicamente grupos revolucionarios que tomaron como base de su organización elementos y símbolos masónicos que serían funcionales a su carácter de sociedad secreta.37 Los documentos, no obstante, demuestran que se trataría de una logia operativa, no en el sentido literalmente constructivo como es el caso de las cofradías medievales, sino que ostentaría objetivos revolucionarios.
Por su parte, el historiador Emilio J. Corbière, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales n.º 3, donde el 6 de mayo de 1808, le será otorgado el 3.º grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de «maestro masón». Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos. En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado. Mientras tanto, Simón Bolívar era iniciado por Francisco de Miranda. Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el grado 5.º de la logia.
Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos María de Alvear y José Matías Zapiola funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro. En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento. Con el mismo nombre, Independencia, se funda en 1810 una nueva Logia, también conocida como Logia de San Juan, bajo las órdenes del doctor Julián Álvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro.
Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.
En una carta dirigida al general Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:
"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados".
La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas.
El general Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas. Sin embargo, Bartolomé Mitre, masón grado 33, escribió en su "Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana" que la Logia Lautaro era una sociedad secreta de carácter netamente político, que no pertenecía a la masonería.
En 1825, en Bruselas, San Martín recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana. Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería, cosa que no está probada documentalmente.
En todo caso, todo parece indicar que si bien es muy probable que San Martín haya sido iniciado en Europa, su relación con la masonería se diluyó con el paso de los años. La polémica seguirá abierta entre quienes defienden un punto de vista y otro, ambas posturas son desde luego respetables y exhiben sus respectivos argumentos.
Por último, cabe destacar que una gran mayoría de las afirmaciones, tanto en pro como en contra de su filiación masónica han carecido de objetividad, tratándose temas de fondo que trascienden la cuestión e incluso proyectándose ideas en contra o a favor de acuerdo a la ideología personal de los investigadores.

Filiación polémica

Monumento José de San Martín en ciudad de La Rioja (Argentina).
En 2000, el escritor José Ignacio García Hamilton en su libro Don José expone una versión controvertida acerca de un origen mestizo de San Martín. En toda su vida surgieron anécdotas sobre la piel morena del prócer.
La versión de mestizo se basó en otra del historiador argentino Hugo Chumbita, en donde el general sería hijo del español Diego de Alvear (padre de Carlos María de Alvear) y de una joven guaraní llamada Rosa Guarú. Según Chumbita, Alvear habría entregado a José al matrimonio formado por Juan de San Martín y Gregoria Matorras, quienes lo bautizaron dándole su apellido. Para estas afirmaciones Chumbita se basó en un libro de memorias de María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla (1823-1889), hija de Carlos de Alvear, quien en sus escritos refiere el hecho como tradición familiar, declarando, literalmente; "Soy sobrina carnal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear Ponce de León, habido en una indígena correntina, del general José de San Martín...que más tarde selló la libertad hispanoamericana... ”.38
Juan Bautista Alberdi, que trató personalmente con San Martín en 1843, sostuvo que la frecuente descripción como «indio» no se compadecía con su verdadera apariencia física.39
El tema ha sido declarado de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, según resolución del 4 de octubre de 2006.40

Su lugar en la construcción de la identidad nacional argentina

La figura de San Martín tiene el primer lugar dentro de la versión de la historia que ha circulado en las escuelas argentinas, a través de las cuales se ha conformado la identidad de muchos de los ciudadanos y ciudadanas de este Estado latinoamericano. A San Martín se lo ha considerado Padre de la Patria, fundamentalmente a través de la ingente obra de Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación americana y de la de Ricardo Rojas, El santo de la espada. Ciertos historiadores como Rodolfo Terragno o Luis Alberto Romero sostienen que tenía a lo sumo un ideal americanista y no una identidad argentina ya que no podía ser parte de algo que aún no existía.41

En la cultura popular

Monumento a José de San Martín en Madrid.

Libros

Si bien la bibliografía dedicada a San Martín es muy extensa, se pueden mencionar los siguientes:

Películas

Entre las películas argentinas que han retratado en todo o en parte la figura de San Martín se citan las siguientes:
  • Gallo, Mario (Director). (1910). La creación del Himno
  • Gallo, Mario (Director). (-). La batalla de San Lorenzo (film perdido)
  • Gallo, Mario (Director). (-). La batalla de Maipú (film perdido)
  • Gallo, Mario (Director). (-). Episodios de San Martín (film perdido)
  • Mom, Arturo (Director). (1939). Nuestra tierra de paz
  • Torre Nilsson, Leopoldo (Director). (1970). El santo de la espada
  • Torre Nilsson, Leopoldo (Director). (1971). Güemes, la tierra en armas
  • Cedrón, Jorge (Director). (1971) Por los senderos del Libertador (documental)
  • Antín, Manuel (Director). (1972) Juan Manuel de Rosas
  • Coscia, Jorge (Director). (1992) El general y la fiebre
  • Areal Vélez, Alejandro (Director). (2005) El exilio de San Martín (documental)
  • Pivotto, Sebastián (Director). (2010) Belgrano
  • Ipiña, Leandro (Director). (2011) Revolución, el cruce de los Andes

Juegos

La figura de José de San Martín forma parte del juego didáctico Nabuko Generales y Conquistadores, un juego de mesa en el que San Martín aparece entre los más grandes personajes de la historia universal, junto a Julio César, Alejandro Magno, Washington, entre muchos otros. En el año 2008 se lo incluyó en el videojuego Sid Meier's Civilization IV: Colonization, un videojuego de estrategia por turnos basado en la colonización del continente americano. En el juego Age of Empires III:The War Chiefs José de San Martín aparece como un revolucionario de Las Provincias U. del Río de la Plata.

Numismática

Billete de 100 Pesos Moneda Nacional.
José de San Martín tuvo un amplio reconocimiento en el diseño de billetes de circulación nacional en Argentina. El primer homenaje le fue dado en los Pesos Moneda Nacional, en su emisión 1942-1969. Allí aparece en los billetes de 5, 10, 50, 100, 500, 1.000 y 5.000 pesos, con el aspecto de la iconografía habitual, y en los de 10.000 y otros de 500 con su aspecto en su vejez. El reverso de los billetes representaba eventos o sitios de la historia argentina, no todos relacionados con San Martín. En los Pesos Ley 18.188 San Martín aparece exclusivamente en su vejez, en los billetes de 50, 100, 500, 1.000, 5.000, 10.000, 50.000, 100.000, 500.000 y 1.000.000 de pesos. Es, junto a Manuel Belgrano, el único prócer argentino utilizado en la iconografía de dicha moneda. Los australes apelaron a un conjunto de próceres entre los que no se encontraba San Martín, pero más adelante los billetes de 1.000, 10.000, 50.000 y 500.000 pesos ley fueron resellados para circular como australes; aunque al primero de ellos se le asignó el valor de un austral. El Peso convertible, vigente en la actualidad, incluye a San Martín en los billetes de 5 pesos.

Himno a San Martín

Himno al Libertador General San Martín
Música: Arturo Luzzatt
Letra: Segundo M. Argarañaz
Yerga el Ande su cumbre más alta,
Dé la mar el metal de su voz,
y entre cielos y nieves eternas
se alce el trono del Libertador.

Suenen claras trompetas de gloria
y levanten un himno triunfal,
que la luz de la historia agiganta
la figura del Gran Capitán.

De las tierras del Plata a Mendoza,
de Santiago à la Lima gentil,
fue sembrando en la ruta laureles
a su paso triunfal San Martín.

San Martín, el señor en la guerra,
por secreto designio de Dios,
grande fue cuando el sol lo alumbraba,
y más grande en la puesta del Sol.

¡Padre augusto del pueblo argentino,
héroe magno de la libertad!
A su sombra la Patria se agranda
en virtud, en trabajo y en paz.

¡San Martín! ¡San Martín! Que tu nombre,
honra y prez de los pueblos del Sur,
asegure por siempre los rumbos
de la Patria que alumbra tu luz.

Notas

  1. [http://www.josedesanmartin.net/Los-hermanos-de-San-Martin-todos-militares/3 Entrevista al historiador Armando Puente, Los hermanos de San Martín: todos militares, en Raíz Argentina.
  2. a b Instituto Nacional Sanmartiniano. El hombre, su familia. Consultado el 19 de noviembre de 2011.
  3. Los Hermanos de San Martín.
  4. Primeros años de San Martín, en la página de Efemérides del Ministerio de Educación de la República Argentina.
  5. El exilio del Libertador. Volumen 16 de Colección Estrella federal, pág. 25. Autor: Beatriz Celina Doallo. Editor: Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, 1997
  6. Los hermanos de San Martín: todos militares, De la página: Raíz Argentina
  7. a b El paso de las Andes: Crónica histórica de las operaciones del ejercito de los Andes, para la restauración de Chile en 1817. pp. 13. Autor: Gerónimo Espejo. Editor: C. Casavalle, 1882.
  8. La medalla se concedió al ejército entero que participó en la batalla.
  9. El paso de las Andes: Crónica histórica de las operaciones del ejercito de los Andes, para la restauración de Chile en 1817. pp. 13-14. Autor: Gerónimo Espejo. Editor: C. Casavalle, 1882
  10. Terragno, Rodolfo (1998). Maitland & San Martín. Universidad Nacional de Quilmes. ISBN 987-9173-35-X.
  11. «Logia Lautaro», Enciclopedia Microsoft Encarta Online, 2007.
  12. Alejandro E. Fernández, Aníbal Jáuregui y Darío Roldán, Un golpe militar en el camino hacia la independencia, revista Todo es Historia, n.º 192.
  13. Es muy probable que la batalla no haya ocurrido exactamente frente al convento —donde hoy se encuentra el llamado «Campo de la Gloria»—, sino algunos cientos de metros más al norte.
  14. Julio Arturo Benencia, "Cómo San Martín y Belgrano no se conocieron en Yatasto", Ed. Plus Ultra, 1973.
    Alfredo Gárgaro, La leyenda del encuentro de San Martín y Belgrano en Yatasto, 1953.
  15. Esta división entre aristócratas y liberales es muy relativa; los jefes de ambos partidos eran de clase alta, y las posiciones que adoptaban sus seguidores no tienen una exacta correlación con las divisiones ideológicas de esa época ni con las actuales.
  16. No existen documentos o partes oficiales que especifiquen concretamente el aporte de patriotas chilenos en los 3.778 soldados de tropa del ejercito argentino. El único documento oficial relacionado existente es el parte oficial del político y militar chileno José Miguel Carrera fechado el 22 de octubre de 1814, el mismo totalizó en 708 a los soldados chilenos que emigraron a Mendoza después de la batalla de Rancagua; también se conoce que, por diferencias entre San Martín y Carrera, solo una fracción de los emigrados se unió al ejército de los Andes. Para más información leer artículo Emigración chilena como consecuencia de la Batalla de Rancagua. Escritores chilenos como Osvaldo Silva y Agustín Toro Dávila se refieren a un aporte mayor de patriotas chilenos, aunque ninguno detalla la fuente documental utilizada en la aseveración, el primero en su libro Atlas de la Historia de Chile 2005 afirma que habían 1.200 chilenos en el ejército de los Andes reunido en Mendoza y el segundo en su libro Síntesis histórico militar de Chile menciona un número similar, el autor escribe: "De los 209 oficiales de dotación, alrededor de 50 eran chilenos, y el resto argentinos. No se conoce exactamente la proporción de chilenos en los 3.778 hombres de tropa. Se estima que no sería más de un 30%. El general Jerónimo Espejo en su libro de 1882 "El paso de las Andes. Crónica histórica de las operaciones del ejército de los Andes, para la restauración de Chile en 1817" después de detallar la conformación del ejército se refirió al tema: "Por esta demostración, que estractamos de documentos oficiales que se encontrarán mas adelante, el lector verá, que al organizarse el Ejército de los Andes, no se creó cuerpo ni fuerza alguna bajo la bandera de Chile, por razones que, aunque obvias, no por eso dejaremos de apuntarlas— 1º Porque el pensamiento, el territorio, la autoridad creadora y los elementos, todo, todo era argentino, y habría sido un absurdo formar un cuerpo bajo bandera estrangera; y 2º porque las tropas chilenas que con Carrera emigraron á Mendoza en octubre de 1814, el General las despachó todas á Buenos Aires con el coronel Alcázar, diciendo de oficio al Gobierno "no quiero emplear á esos soldados que sirven mejor á su caudillo que á la Pátria" — Esto, no obstante, el General, con aprobación del Gobierno, organizó un cuadro de oficiales chilenos emigrados con sus respectivos jefes, como para llenar su dotación con soldados del enemigo que se pasaran en la campaña, con voluntarios que se presentaran ó con reclutas que se le destinasen. Siendo de advertir además, que ni aun este cuadro siguió al ejército en su marcha, sino que después de la victoria de Chacabuco marchó de Mendoza á Chile".
  17. La Historia de Chile, por Guzman, tom. I, pág. 405
  18. Juan B. Sejean, San Martín y la tercera invasión inglesa, Buenos Aires: Biblos, 1998. En este libro se presenta una crítica por esa renuncia, que —según al autor— impidió la unión de los dos países, no en beneficio de sus pueblos, sino por imposición de Gran Bretaña.
  19. Véase Pacho O’Donell: Monteagudo. Buenos Aires: Sudamericana, 2000.
  20. Más tarde, sería también acusado de haber ordenado asesinar a Manuel Rodríguez.
  21. La caída del gobierno central en 1820 significó la desaparición de un gobierno único para toda la Argentina, por lo menos, hasta 1852.
  22. a b «Liberación de Quito» (2005). Consultado el 2007.
  23. a b «Gobierno de don José de San Martín» (2011). Consultado el 2012.
  24. a b Rafael Lanfranco (2001). . Consultado el 9 de abril de 2012.
  25. O'Donnell, Pacho (1995). Monteagudo, la pasión revolucionaria. Buenos Aires: Planeta.
  26. Ministerio de Relaciones Exteriores del Paerú. «Orden "El Sol del Perú"». Consultado el 9 de abril de 2012.
  27. Ruiz Moreno, Isidoro J. (2004). Campañas militares argentinas, Tomo I. Buenos Aires: Emecé. pp. 308. ISBN 950-04-2675-7.
  28. «Vol. 5». Historia del Ecuador. Quito: Salvat Editores. 1980. ISBN 84-345-4065-7.
  29. Liévano Aguirre, Indalecio (1983). Bolívar. Madrid: Instituto de Cooperación Iberoamericana. ISBN 84-7232-311-0.
  30. Estanislao López, caudillo de Santa Fe, le escribió ofreciéndole llevarlo con sus tropas hasta el centro de la ciudad de Buenos Aires si no le permitieran ir allí (Leoncio Gianello: Historia de Santa Fe. Buenos Aires: Plus Ultra, 1986).
  31. María del Rosario NAGORE: «Los ingresos de San Martín», revista Todo es Historia, n.º 361.
  32. Se refería al bloqueo al que fue sometida la Argentina desde 1845 hasta 1849 por los gobiernos de Gran Bretaña y Francia (Antonio E. CASTELLO: «El gran bloqueo», en revista Todo es Historia, n.º 182.
  33. Fenix, publicación electrónica masónica. http://fenix137rls.blogspot.com/2008/08/la-sorprendente-historia-del-mausoleo.html Consultada 26/07/2011
  34. LA REPATRIACIÓN DE LOS RESTOS en la página del Instituto Nacional Sanmartiniano http://www.sanmartiniano.gov.ar/textos/parte3/texto094.php Consultada el 26/06/2011
  35. Antonio Franco Crespo. 100 Masones. Su palabra. p. 59. ISBN 9871303947.
  36. Se refiere al escritor inglés Laurence Sterne (1713-1768), según una investigación de Alejandro Maurigo, citado por Fernando del Corro (16 de agosto 2003, ElCorreo.eu.org).
    «Una vez me ocurrió algo al hablar del libro Vida y opiniones de Tristan Shamdy, un texto rarísimo, de Laurence Sterne. Es un texto vecino al humor surrealista, pero lo que más me asombró fue otro dato: que en su época, San Martín leyó este libro» (Alejandro Dolina, en un artículo en el diario La Nación, del 3 de septiembre de 2000).
    «Go, says he, lifting up the sash, and opening his hand as he spoke, to let it escape;--go, poor devil, get thee gone, why should I hurt thee?--This world surely is wide enough to hold both thee and me» (Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne, texto en línea).
  37. «San Martín no fue masón», por Mario Meneghini (RodolfoWalsh.org).
  38. Joaquina de Alvear y Quintanilla de Arrotea, publicado por Hugo Chumbita y Diego Herrera Vegas en suplemento Zona del diario Clarín, Buenos Aires, 16 de julio de 2000, y en El manuscrito de Joaquina, Buenos Aires, Catálogos, 2006.
  39. «Yo le creía un indio, como tantas veces me lo habían pintado, y no es más que un hombre de color moreno, de los temperamentos biliosos». Entrevista de Alberdi y San Martín, París, 14 de septiembre de 1843
  40. http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:jTENTlGBfOAJ:hugochumbita.com.ar/actualizaciones/resoluciones_diputados_y_fundamentos.doc+soy+hija+segunda+de+Carlos+de+Alvear+y+sobrina+carnal+del+Libertador+de+Am%C3%A9rica&cd=4&hl=es&ct=clnk&gl=ar
  41. San Martín: ¿patriota o espía inglés?
  42. No es una obra dedicada exclusivamente a las campañas de San Martín, pero dedica muchas páginas a las batallas en que participaron San Martín y sus subordinados.
  43. Tampoco se dedica exclusivamente a analizar las campañas de San Martín, pero lo hace en profundidad con una visión actual.

Bibliografía

General

Sección «Sus restos»

Sección Filiación polémica

Enlaces externos


Predecesor:
Ninguno
Protector del Perú
3 de agosto de 1821 a 20 de septiembre de 1822
Escudo de la República Peruana (1821-1825).png
Sucesor:
Francisco Xavier de Luna Pizarro
Presidente del Primer Congreso Constituyente del Perú
Predecesor:
José Miguel Carrera
General en Jefe del Ejército de Chile
1817 - 1819
Sucesor:
Bernardo O’Higgins
Predecesor:
Ninguno
General en Jefe del Ejército de los Andes
1817 - 1822
Sucesor:
Enrique Martínez (convertido en "División de los Andes")
Predecesor:
Marcos Balcarce
Gobernador Intendente de Cuyo
1814 - 1816
Sucesor:
Toribio de Luzuriaga
Predecesor:
Manuel Belgrano
General en Jefe del Ejército del Norte
30 de enero de 1814 - 20 de abril de 1814
Sucesor:
José Rondeau

JOSÉ DE SAN MARTÍN Y MARTÍN GÜEMES
EN LA HISTORIA Y EL DESTINO DE AMÉRICA

Andrés MENDIETA
Las cartas y los apuntes de los ilustres protagonistas de nuestra historia, de literatos, vates, intelectuales, virtuosos, sacerdotes y estadistas son el vital dispositivo para dilucidar su personalidad y, como así, la trama de los acontecimientos en medio de los cuales habitó.
Las cartas, sobre todo, contienen los pensamientos, el apasionamiento, las debilidades y los temores; los deseos pequeños y grandes de cada uno de los personajes. Me había ilusionado valerme de algunos de estos caminos pero me obligué a trabajar con algunos tropiezos.
Les manifiesto el porqué. El doctor Luis Güemes alentador de la obra “Güemes Docu-mentado” –trabajo que está revelado en 12 tomos- explica la causa de la nimiedad de las comu-nicaciones producidas entre San Martín, en su campaña al Perú y Güemes, Gobernador de Salta y a la vez General en Jefe del Ejército de Observación.
El autor de la citada obra -que cuenta con más de seis mil páginas- tan requerida por los estudiosos del proceso de la guerra por la Independencia Argentina y de Sudamérica, comenta que Domingo Güemes –nieto del General-, en 1873, “prestó papeles (cartas, proclamas y ofi-cios, entre otras cosas) a Vicente Fidel López, a los efectos que este los aprovechara para su ensayo Revolución Argentina, que venía divulgando por entregas en la Revista del Río de la Plata, parte de los cuales fueron devueltos en 1905 por Lucio Vicente López, nieto del historia-dor” .
Más adelante el mismo autor, como testimonio de lo exteriorizado precedentemente, hace referencia a lo puesto de manifiesto por el doctor Vicente Fidel López cuando manifiesta en sus textos:
1. “San Martín miraba a Güemes con una predilección marcadísima. Siempre mantuvo con él una correspondencia muy honrosa y admirable: e hizo grandes empeños para que el Gobierno de Buenos Aires le diese una base de ejército con el que entrara en el Alto Perú al mismo tiempo que él iba por el Pacífico sobre Lima. Tengo documentos que emplearé más ade-lante” (Revista del Río de la Plata, año 1873, tomo VII, pág. 407, y Revolución Argentina, año 1881, tomo II, pág. 71).
2. Asimismo el historiador López en otro escrito asegura que: “el general San Martín, que en cuanto a conocimiento de hombres jamás se equivocaba, miró siempre a Güemes con verdadero afecto y con tanta estimación, que fue uno de los primeros a quienes le escribió de su propia mano anoticiándolo su grande victoria del llano de Maipú”. (Historia de la República Argentina, año 1887, tomo VI, pág. 570) .
En este acto de recordación del 219º aniversario del nacimiento de un venerado hijo de Salta y por que no decir de la nación misma, el general Don Martín Miguel de Güemes, he de referirme sobre el tema: “San Martín y Güemes en la historia y el destino de América”.
Revivir el pasado es darle nuevo dinamismo. Me exige explicarlo como fue, con una expresión y pensamiento sobre estos dos grandes de la nacionalidad que no sólo estaban unidos por una férrea amistad que había nacido en 1813 cuando ambos se encontraban en Buenos Ai-res, sino también, por lazos familiares.
Mateo Escagedo Salmón en sus “Solares Montañeses, Índice de montañeses ilustres y Crónica de la Provincia de Santander” cuenta que don Pedro de Cevallos, el primer virrey del Río de la Plata cuando se hallaba en Cádiz organizó una expedición, en 1777, de la que partici-paron José Manuel Bustillos y Cevallos, Manuel de Escalada Bustillo de Cevallos y Gabriel de Güemes Montero –padre del prócer- junto con Antonio José de Escalada, quien después fuera suegro de José de San Martín. José Manuel Bustillo y Gabriel de Güemes Montero eran parien-tes entre sí.
Aquí cabe agregar que José Manuel Bustillo, en la Capital del Virreinato revistaba como teniente del Cuerpo de Patricios bajo el mando de Cornelio Saavedra, se preocupaba de entregar al cadete Güemes la mensualidad que le enviaba su padre, don Gabriel.
No es errado pensar que San Martín tenía conocimiento sobre Salta por crónicas hoga-reñas. La madre del prócer, doña Gregoria Matorras, llegó a América procedente de Santander acompañada por su primo hermano don Gregorio Matorras quien, entre 1769 a 1775, se desem-peñó como Gobernador Intendente de la provincia de Salta del Tucumán. Durante su gestión fundó la reducción de Nuestra Señora de las Angustias que sirvió de base para la fundación de San Ramón de la Nueva Orán, en 1794, la última ciudad fundada por los españoles en tierra americana.
También Gregorio Matorras se preocupó en ampliar y consolidar la conquista españo-la hasta que encontró a la muerte mientras recorría un pueblo indígena en Ortega, que hoy pertenece a territorio salteño.
Por lo revelado anteriormente no hay dudas que San Martín no ignoraba las acciones de Güemes en su descollante actuación como guerrero demostrada durante los años 1806 y 1807 durante las invasiones inglesas y, posteriormente, en 1810, 1811 y 1812; vale decir, desde el momento mismo que se conoció la destitución del virrey Marqués Rafael de Sobremonte y, después de producido el primer grito de libertad, estuvo protegiendo la puna jujeña para evitar el ingreso o la fuga de los contrarrevolucionarios y por haber dado el primer triunfo de las fuerzas patrióticas en los campos de Suipacha (hoy Bolivia), el siete de noviembre de 1810.
Situémonos ahora en Buenos Aires. Año 1813, a fines diciembre. Las armas de la patria al mando del general Manuel Belgrano habían experimentado una delicada adversidad en los campos de Vilcapugio y Ayohuma desastres, que al decir por Vicente López, después de sus victorias en los campos de Tucumán y Salta inició una nueva campaña al Alto Perú “sin fuerzas suficientes para dominar a ejércitos disciplinados y donde la población en general simpatizaba con los realistas”.
Ante el peligro que estas derrotas causaran un golpe mortal a la tan anhelada emancipa-ción americana, el Triunvirato resolvió una expedición de auxilio que debía robustecer la tropa que en esos momentos se replegaba hacia Jujuy y Tucumán.
La medida se concretó el 3 de diciembre de 1813 al designar al coronel de Granaderos a Caballo José de San Martín para marchar al frente de un ejército auxiliador del Perú y llevar como misión destituir en ese cargo al general Belgrano.
Para esta campaña San Martín convocó integrarse a Martín Miguel de Güemes al regi-miento que debía partir hacia el norte por los siguientes motivos de fácil interpretación: por ser el prócer nacido en Salta; por ser el único oficial patriota conocedor de estas regiones y por su contacto con los gauchos salteños, jujeños y tarijeños desde su más tierna infancia. Muchos historiadores no se apartan de la tesis que ambos próceres ya habían conversado sobre la expe-dición libertadora.
El apoyo del Gobierno a la Expedición del Perú partió de Buenos Aires a fines de di-ciembre de 1813 al mando de San Martín para hacerse cargo del ejército, de acuerdo a la Histo-ria del Regimiento Granaderos a Caballería.
Con anterioridad, el 6 de diciembre de 1813, el teniente coronel Martín Miguel de Güemes se dirigió al gobierno de Buenos Aires en los siguientes términos: “Consiguiente con mis sentimientos, y no pudiendo mirar con indiferencia los peligros de la patria, me ofrezco a partir bajo las órdenes…” del coronel de Granaderos José de San Martín.
Por su parte el ya ascendido coronel San Martín al grado de Mayor General y como jefe del mismo se dirigió al director Gervasio Antonio de Posadas expresándole: “El teniente coronel don Martín Güemes lo creo sumamente útil a la expedición auxiliadora del Perú que vuestra excelencia ha puesto a mi cargo; la opinión y concepto de este oficial y sus servicios constantes por la causa me hacen interesarme con vuestra excelencia a fin de que su solicitud tenga el éxito que solicita” .
Aquí hay una muestra más de afecto que “San Martín trabó con Güemes, verdadera e imperecedera amistad, que son efectivas entre caracteres altamente dotados de grandes calidades públicas. Se consagraron, de uno a otro, una estimación justificada por la ilustre y gloriosa ca-rrera del uno y por la lealtad patriótica del otro; y si fue gloria del caudillo de Salta comprender desde entonces lo que debía ser San Martín, no menos honra fue en este, comprender a su vez todos los servicios extraordinarios con que el otro iba a contribuir más tarde a su gloriosa em-presa de tramontar los Andes, y de salvar la independencia del Plata, de Chile, del Perú, del Ecuador, en Chacabuco y en Maipú, en Lima y en Pichincha” .
El 17 de enero de 1814 José de San Martín estaba en Tucumán y el 20 se encontró con Belgrano en las inmediaciones de Yatasto y con el correr de las horas se hace reconocer como jefe del Ejército del Norte. Un mes más tarde Güemes arribó a Tucumán al frente de efectivos del Regimiento número 7 de Infantería (Granaderos de Terradas o de Fernando VII), retraso que estuvo originado por su interés en cobrar sueldos pendientes de pago como agregado al Estado Mayor del Ejército. Ya se lo había promovido al grado de teniente coronel del Regimiento de Caballo. Días después a Güemes se le asignó las tareas como jefe de las avanzadas del Pasaje y, con posterioridad, en 1820, se lo designó General en Jefe del Ejército de Observación.
Güemes volvió al teatro de sus hazañas en la vasta región del Alto Perú, Jujuy y Salta, o sea por el norte; mientras que San Martín lo haría por el oeste. Así comenzaba a materializarse el plan continental.
En cuanto al ejército norteño que “había perdido sus fuerzas pero no su moral” el primer acto del Gran Capitán “fue poner al día los pagos, valiéndose de una necesaria malversación. Dispuso, además, de 36 mil pesos en plata y oro que se traían de los caudales potosinos y ya habían sido ingresados a la Tesorería General y dispuesto por el gobierno”.
Ordenó que pasasen a la Caja Militar, y pagó los servicios y salarios atrasados. Como el gobierno le pidió explicaciones, San Martín contestó que tenía a su frente “los tristes fragmen-tos de un ejército derrotado; un hospital sin medicina, sin instrumentos, sin ropas, que presen-tan el espectáculo de hombres tirados en el suelo que no pueden ser atendidos en el suelo que no pueden ser atendidos del modo que reclama la humanidad y sus propios méritos. Mil clamo-res por los sueldos devengados” .
El Libertador por aquel entonces padecía de “perder sangre por la boca” que originara cierta preocupación entre los oficiales bajo su mando. Este padecimiento lo obligó a San Martín abandonar la campaña hacia el Alto Perú para poner en marcha su Plan Continental el que será abordado más adelante.
A partir de acá sólo me referiré al tema escogido para esta charla como “San Martín y Güemes en la historia y el destino de América” renunciando distraer vuestra atención abor-dando temas ajenos, entre otros, como los conflictos internos, iniciados en 1813, y que paulati-namente se fueron agudizando. También al proceso político y la pretendida salida constitucio-nal.
¿Cuál sería el plan estratégico de San Martín para concretar sus ideales? En primer lugar estimaba que a los realistas se debía atacar por dos frentes. El primero a cargo de Güemes tra-tando de hostilizar y retirar a los ejércitos acantonados en el Bajo y Alto Perú (Lima, Arequipa, Tacna) hasta llegar a Lima –dominio hispano en Sudamérica y aparente punto culminante de la guerra- tras andar millares de kilómetros por tierra, avanzando por poblados en gran parte se-guidor a los imperialistas.
El oeste, escogido por San Martín, era cruzando la cordillera de los Andes para llegar a Chile considerada por él como la más factible. Con un ejército, adecuadamente equipado y dis-ciplinado, debía ayudar a consolidar la revolución chilena, que todavía no había sido vencida. En Mendoza reorganizar el ejército apto para hacer una realidad el plan continental. Desde Chi-le, dominando el mar, podía marchar al Perú con barcos ingleses y norteamericanos que se po-dían adquirir, tal como se hizo para tomar Montevideo.
Aprovechando la estratégica inglesa contra Napoleón Bonaparte, se harían desembarcos por sorpresas en diferentes zonas. Si el ejército realista que acudía era más fuerte, volvían a embarcarse y desembarcar en otro punto. De ese modo, hostigaban al enemigo y se producía la insurrección popular.
En síntesis el plan consistía en embestir por el Oeste y proteger el Norte hasta concluir con el encuentro de ambos ejércitos en Lima. Buena parte de este plan descansaba en la supues-ta capacidad de los milicianos con Güemes a la cabeza y así mantener a raya a los invasores. Es decir, para el éxito del plan sanmartiniano la frontera norte no debía ser franqueada, mientras San Martín preparaba su ejército de los Andes.
Me refería a la confianza de San Martín en los combatientes bajo el mando de Güemes. Con respecto a los gauchos el general español Buenaventura Andrés García Camba dice en sus “Memorias”: “Al invadir nuestras tropas la provincia de Salta los enemigos se habían replega-do a Tucumán, obligando a retirarse allí a todas las familias más señaladas por sus opiniones realistas, y haciendo conducir al mismo punto cuantos ganados y víveres los fue posibles. De cuando en cuando se acercaban a Salta algunos grupos de gauchos, sostenidos por (el Regi-miento de) Dragones mas regularizados, a las ordenes todos de Güemes, un vecino notable de la ciudad, y con la habilidad suma interceptadas las comunicaciones de nuestros cantones y estorbaban la introducción de víveres en ellos. Era de todo punto indispensable emplear fuer-zas proporcionadas que ahuyentaran a los intrusos aprovechando las lecciones que ofrecían los descalabros experimentado por el escuadrón de partidarios a causa de la demasiada confianza con el que el coronel Castro le empleaba en recorrer el campo dividiéndolo en cortos destaca-mentos los cuales asechados por el enemigo eran cargados de improviso por otros mejores montados y casi siempre destrozados o hechos prisioneros” .
Güemes aceptó la responsabilidad de tamaña empresa y muestra de ello son las acciones de guerra en que tomaron parte sus escuadrones desde 1814 hasta 1820, se puede enunciar: Co-tagaita, Tupiza, Carachimayo, Tarija, Livi-Livi, Moraya, Mojó, Sococha, Itahú y Rejará, en el actual territorio boliviano; Yavi, Pumahuasi, Rinconada, Puesto de Marqués, Colpayo, Abra Pampa, Puesto Grande, Cochinota, Negra Muerta, Humahuaca, Huacalera, Tilcara, Maimará, Tumbaya, Volcán, León, San Pedrito, La Tablada, Jujuy, Río Chico, Palpalá, Coraya y Severi-no, en Jujuy; mientras que en nuestra provincia en Caraparí, Baritú, Santa Victoria, Toldos, Acoyte, Iruya, San Andrés, Orán, Abra de Zenta, Río Piedras, Los Sauces, La Caldera, Campo Santo, Cobos, San Bernardo, Cabeza del Buey, San Lorenzo, La Silleta, Rosario de Lerma, Ce-rrillos, Sumalao, El Carril, Chicoana, El Bañao, Sauce Redondo, La Viña, Guachipas y Salta .
Las acciones de la guerra gaucha son más que suficiente para demostrar la valentía puesta por salteños, jujeños y tarijeños para rechazar las invasiones de los imperialistas que pretendían avanzar hacia Córdoba y desde allí llegar a Buenos Aires y así hacer fracasar la gesta revolucionaria con el apoyo de los realistas del litoral y Montevideo. Pero para ello Tarija, Jujuy y Salta quedaron sumamente empobrecidas por afrontar los gastos de la guerra.
En 1815 el Cabildo de Jujuy al conocer que Güemes había sido elegido gobernador de la Intendencia de Salta del Tucumán se pronunció expresando sobre “tan acertada elección en tan digna persona…, ciudadano servidor a la patria que ha expuesto su pecho al rigor del ene-migo desde los principios de nuestra regeneración política hasta el último combate que él ha dado en la acción de Puesto Grande; ha sido un libertador de las ciudades de Salta y de Ju-juy…” .
En ese mismo año en oficio dirigido al Director Supremo Ignacio Álvarez Thomas, le manifiesta: “Aquí en esta provincia de Salta tiene vuestra excelencia cuatro a cinco mil cam-peones abrazados con el sagrado fuego de la libertad de la patria, y altamente entusiasmados con el patriotismo más puro e incorruptible. Están acostumbrados a vencer… El Perú, que de-cía (su virrey Fernando de) Abascal lo tenía cerrado con tan fuertes y gruesas cadenas que ni las fuerzas de Hércules podría quebrarlas, las rompieron (los gauchos) como debilísimas tela de araña…” .
En 1819 en un bando dirigido a los pobladores de Jujuy señala que estaba “…para de-fender los sacrosantos derechos de la Patria con su vida e intereses y obedecer respetuosamen-te a sus leyes y magistrados (…) dispuesto a tomar las armas y marchar en defensa de la Na-ción a los destinos que se la señalaren”.
También supo rechazar en varias oportunidades prebendas que le ofrecían tanto para él como para su familia. Sólo basta considerar uno de sus renunciamientos cuando le dice a Pedro Antonio de Olañeta: “No quiero favores en perjuicio de mi país; éste ha de ser libre a pesar del mundo entero… Nada temo porque he jurado sostener la independencia americana y sellarla con mi sangre”.
Desgraciadamente, Güemes no pudo llegar a Perú por tener que afrontar a los adversa-rios internos que defendían intereses personales y a la entrega de éste al enemigo para que lo matasen. Y así fue. Güemes entró a la inmortalidad el 17 de junio de 1821 tras diez días de agonía.
Como un reconocimiento del gobierno nacional al accionar de Güemes en pos de la emancipación americana, a través de una ley surgida en el Congreso de la Nación, fue declarado el 17 de junio como “Día de la Libertad Latinoamericana”.
Aquí cabe una acotación: en el calendario escolar de la Nación no figura este homenaje, pese a ser una ley nacional. Una vez más hay quienes siguen ignorando al General Don Martín Miguel de Güemes en su verdadera dimensión como un patriota y un forjador de la independencia americana.
A continuación me referiré al general José de San Martín, aquel que dijo: “Divididos, seremos esclavos; unidos estoy seguro que los batiremos. Hagamos un esfuerzo de patriotismo, depongamos resentimientos particulares y concluyamos nuestra obra con honor”.
“No nos ensoberbezcamos con las glorias y aprovechemos la ocasión de fijar la suerte del país de un modo sólido y tranquilo”. “Los soldados de la Patria no conocen el lujo, sino la gloria”. Os ruego que aprendáis a distinguir los que trabajan por nuestro bien, de los que meditan vuestra ruina”. No os expongáis a que los hombres de bien os abandonen al consejo de las ambiciones. “Nada debe ocuparnos sin el objeto grande de la independencia universal”.
Sobre esta insigne figura sería hasta imposible presentarla en algo nuevo. En algo insóli-to. Se lo quiso presentar, con alguna especulación, como un agnóstico, un hombre carente de fe, pero la historia se encargó de mantenerlo en el pedestal de la inmortalidad heroica.
Si San Martín desarrolló su gesta en los países del Pacífico, Artigas por su parte dejó imborrable memoria en los del Atlántico, Martín Miguel de Güemes lo hizo custodiando las fronteras lo que en aquel entonces comprendía la Gobernación de Salta del Tucumán que abar-caba parte del Alto Perú, hoy Bolivia.
Respetada audiencia:
Afortunados son ustedes tributar este homenaje a: José de San Martín, Martín Miguel de Güemes, a la par de tantos prohombres de la Patria que desde el firmamento están contemplando junto a vuestros milicianos, soldados y gauchos la gran nación americana que tanto soñaron.
Ustedes, para llegar a la paz y libertad que estamos gozando, debieron derramar sangre para llenar todos los surcos que abristeis para defenderos de agresiones y agravios. Que luchas-teis, sin tener mayoría de edad, primero contra los ingleses, luego con los españoles, portugue-ses, brasileros y hasta con propios americanos que desoían el Grito de Mayo de 1810. Pero todo, para afirmar nuestra independencia.
Con esta evocación a los grandes de la nacionalidad quiero hacerla extensiva a las muje-res que prestaban su colaboración en el afiebrado quehacer la guerra entregando a sus esposos e hijos para la lucha.
Finalizo, señoras y señores, exclamando que cada uno, en el lugar que nos toque actuar, volvamos nuestros ojos al pasado para recoger el mensaje de nuestros próceres en vigencia eter-na.

3 comentarios:

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