Daniel Rojelio Albornoz Artículo extraído de la revista "Folklore" Nº 89 (9 de marzo de 1965).
"¿Qué piensa Atahualpa Yupanqui de los nuevos valores de la canción?
Hay dos caminos: la verdad y la mentira. Cada uno es libre de elegir lo que quiera, pero quien elige la mentira, que no la disfrace con el rostro de la verdad.
Los jóvenes que hoy cantan canciones folklóricas o de proyección folklórica, en su mayoría cantan sin responsabilidad. No se puede tolerar que se deforme el rostro moral y espiritual del país. Son dueños de hacer lo que quieran, pero si esa tendencia significa una deformación de la fisonomía espiritual de nuestro pueblo, estoy contra esa tendencia.
Yo prefiero reconocerme con mis compatriotas a través de la "Zamba de Vargas", por ejemplo, sin que eso signifique que me haya detenido, artísticamente, en el siglo pasado.
Por ahí saben decir que hay que entrar en lo moderno. No deben identificarse modernidad con decadencia. Ellos llaman moderno a lo que está sumado a la decadencia, a lo que es decadente aquí, en Chile, en México o en el Perú.
Así como el Renacimiento tuvo sus artistas, la decadencia también los tiene. En este momento, la decadencia se está acusando en sus formas más públicas.
No niego que haya artistas jóvenes de buena fe. Los hay, también honestos y que están en el buen camino, como Carlos Santa María (*), por ejemplo. Pero la mayoría, en vez de tener anhelos coincidentes con sus promotores, tienen ambiciones coincidentes. Con un ponchito al hombro y cuatro versitos tienen ganado su día y cubierta su cuota de vanidad.Después, que estudien los viejos...
Muchos de ellos están en la línea del menor esfuerzo para el arte o para ganarse
la vida. Ahora se acostumbra mucho, también, buscar novedosos arreglos de voces. Los arreglos de voces me parecen bien, siempre que se respete la melodía. Los chicos están jugando a la originalidad...Casi no vale la pena hablar de esto.
Pero el hilo de la melodía no debe desvirtuarse... Detrás de todos o casi todos estos jóvenes que cantan con pretendido sentido de modernidad, hay, en la
mayoría de las veces, una intención utilitaria. Da la impresión de que la juventud, desde el punto de vista criollo, ha tomado como objetivo los consejos del Viejo Vizcacha -"hacéte amigo del juez"- y no los de Martín Fierro. Están viendo la medalla por el reverso.
Hay, sin embargo, jóvenes incontaminados, que no han entrado conscientemente en la mentira...He escuchado, algunas veces, armonizaciones que recuerdan algún lied alemán. No es necesario limpiarse las orejas con las espuelas para ser gaucho. Pero ya que, por ejemplo, les gusta a muchos jóvenes tocar el bombo, deberían saber que el bombo era usado por los indios con un sentido casi sagrado, ritual, y que su sonido simboliza la tierra cansada de dar cosechas... El joven que tenga en sus manos éste u otro instrumento debe saber, ante todo, qué es lo que tiene con él, antes de largarse a hacer folklore, a cantar una canción folklórica. De otro modo, hará -como es corriente- una cosa amanerada y de dudoso sexo...La canción folklórica habrá perdido su carácter...
El gran pecado, en este aspecto, es el de los empresarios y promotores que aprovechan financieramente estas cosas. Así como hay leyes que impiden el ejercicio ilegal de la medicina, habrá que pensar en un modo de policía espiritual que impida esos atentados contra la salud espiritual de las masas populares. ¿Qué pasaría con la salud del público si en vez de médicos el ambiente estuviera plagado de curanderos? No veo remedio inmediato a esta situación. Los decadentes no tienen remedio.
A los jóvenes, les diría que sepan elegir. Ellos se sitúan como testigos de un viejo pleito: la verdad y la mentira. Si eligen la mentira, que lo digan, que no se disfracen...Antes de presentarse en radio o en TV -cosa hoy de tan extraordinaria facilidad- deberían leer una montaña de libros y caminar doscientas legüas tras el objetivo artístico. Hecho eso, tendrían que decidir: la verdad o la mentira.
Por ahí dicen también que con el sentido actual que se le da a la canción nativista se gana en universalidad. Yo diría queconfunden lo internacional con lo universal. Pero, antes que nada, debe partirse de una verdad: sólo la verdad puede universalizarse...
Hay una cosa a la que los jóvenes de hoy suelen temer: la soledad. Una cosa es quedarse solo y otra conquistar la soledad... La baguala, como el estilo y la milonga sureña, son expresiones del hombre en soledad. Por eso, los jóvenes de hoy no cantan, por general, estilos, milongas ni bagualas. Hay mucha soledad en ello. La baguala que se canta suele venir con una aureola de leyenda y pintoresquismo. No está aprendida en el lugar, sino a través de discos de conjuntos de éxito. De ahí que muchos de estos jóvenes canten sin información. Si hubieran oído, por ejemplo, una baguala cantada en Tafí del Valle, pero no en tiempos de turismo ni con ánimo de veraneo, entenderían la enorme dignidad que ella tiene, la soledad que hay en una baguala, como la tienen un estilo o una milonga.
Hay, pues, que madurar, estudiar, andar....Después elegir. Elegir entre dos caminos: la verdad o la mentira..."
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