jueves, 17 de enero de 2013

CIENCIA GAUCHA.


CIENCIA GAUCHA.

Desde tiempos inmemoriales el hombre se preocupó por determinar los cambios climáticos, más aun aquellas personas que trabajaban en el ámbito rural. Cosechas, pariciones y otras tareas propias del campo así lo exigían.
Al principio la observación de la naturaleza misma y la actitud de los animales le brindaban cierta información, pero al vivir en grandes urbes con su vorágine en la forma de vida ha hecho que los pobladores de estas ciudades hayan perdido en parte este sentido de la observación.
No ha ocurrido esto con la población rural que aun, pese a tener acceso a la información meteorológica que brindan los medios de comunicación, diarios, radios y televisión se sigue llevando por aquellos datos empíricos.
La lluvia por ejemplo tiene muchas señales, cuando el perro se acuesta con sus patas para arriba, cuando se ven muchas víboras en el campo, la laboriosidad excesiva de las hormigas que buscan lugares más bien altos son señales inequívocas de aguacero seguro.
“Si la perdiz canta,
Nublado viene,
Y no hay mejor señal
Que cuando llueve”; suelen recitar los paisanos.
Cuando los chajaes se posan en los palos de los alambrados o se ven las vizcachas cambiando las cuevas hacia las lomas, dan señal de la posibilidad de inundaciones.
Cuando el sol se pone muy rojo, será señal de buen tiempo, cosa contraria si es que sale con nubes enrojecidas.
Cuando llueve, estando en luna nueva, lloverá hasta el cuarto lunar siguiente, es señal de lluvia cuando la luna nueva se hace con sus “cuernitos” hacia abajo, pero será tiempo seco si estos cuernitos están señalando hacia arriba: “De esos cuernitos cuelga Dios el balde de la lluvia”…
El canto del hornero indica la terminación de la lluvia, lo mismo que cuando se ve el arco iris.
Viento anuncia el chingolo cuando canta de noche lo mismo que cuando los yeguarizos corren sin motivo por el campo y sus crías (potrillos y potrancas) lanzan coces al aire.
La conocida “baba del Diablo” es la acumulación de cantidad de hilos de telas de arañitas pequeñas que éstas usan para viajar llevadas por el aire, presagian viento.
Habrá tormenta si los toros se echan tierra sobre su lomo.
Un día de calor es anunciado por el canto de las cigarras o cuando a la mañana temprano las palomas torcazas y monteras arrullan en lo alto de los árboles.
En fin, son muchos los datos de estos que aún quedan en el tintero, pero sirvan estos que he escrito para dar una idea del conocimiento empírico de la ciencia gaucha.
CIENCIA GAUCHA.

Desde tiempos inmemoriales el hombre se preocupó por determinar los cambios climáticos, más aun aquellas personas que trabajaban en el ámbito rural. Cosechas, pariciones y otras tareas propias del campo así lo exigían.
Al principio la observación de la naturaleza misma y la actitud de los animales le brindaban cierta información, pero al vivir en grandes urbes con su vorágine en la forma de vida ha hecho que los pobladores de estas ciudades hayan perdido en parte este sentido de la observación.
No ha ocurrido esto con la población rural que aun, pese a tener acceso a la información meteorológica que brindan los medios de comunicación, diarios, radios y televisión se sigue llevando por aquellos datos empíricos. 
La lluvia por ejemplo tiene muchas señales, cuando el perro se acuesta con sus patas para arriba, cuando se ven muchas víboras en el campo, la laboriosidad excesiva de las hormigas que buscan lugares más bien altos son señales inequívocas de aguacero seguro.
“Si la perdiz canta,
Nublado viene,
Y no hay mejor señal
Que cuando llueve”; suelen recitar los paisanos.
Cuando los chajaes se posan en los palos de los alambrados o se ven las vizcachas cambiando las cuevas hacia las lomas, dan señal de la posibilidad de inundaciones.
Cuando el sol se pone muy rojo, será señal de buen tiempo, cosa contraria si es que sale con nubes enrojecidas.
Cuando llueve, estando en luna nueva, lloverá hasta el cuarto lunar siguiente, es señal de lluvia cuando la luna nueva se hace con sus “cuernitos” hacia abajo, pero será tiempo seco si estos cuernitos están señalando hacia arriba: “De esos cuernitos cuelga Dios el balde de la lluvia”… 
El canto del hornero indica la terminación de la lluvia, lo mismo que cuando se ve el arco iris.
Viento anuncia el chingolo cuando canta de noche lo mismo que cuando los yeguarizos corren sin motivo por el campo y sus crías (potrillos y potrancas) lanzan coces al aire.
La conocida “baba del Diablo” es la acumulación de cantidad de hilos de telas de arañitas pequeñas que éstas usan para viajar llevadas por el aire, presagian viento.
Habrá tormenta si los toros se echan tierra sobre su lomo.
Un día de calor es anunciado por el canto de las cigarras o cuando a la mañana temprano las palomas torcazas y monteras arrullan en lo alto de los árboles.
En fin, son muchos los datos de estos que aún quedan en el tintero, pero sirvan estos que he escrito para dar una idea del conocimiento empírico de la ciencia gaucha.
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