miércoles, 12 de septiembre de 2012

La tibieza entrañable de Tucumán

Mirá; esto salió en el diario La Gaceta de Tucumán, escrito por un amigo, buen poeta y buen hombre. Tonito lo invitó a disertar en Corrientes, y formó parte de una mesa panel. Si crees que tiene valor lo subís. Yo no pude acomodarlo (mejor dicho no sé) y salió pa la derecha y muy largo y angosto (como un Agosto). Quizás puedas mejorarlo. Un abrazo grande.
 
Afectuosamente, Jorge

                   
 La tibieza entrañable de Tucumán
Por Roberto Espinosa
Para LA GACETA - Tucumán

El acorde en Re menor susurra en el sonko de la amistad. Una bordona los ha unido tal vez en el silencio, en el paisaje, en un vino amanecido entre palos borrachos y estrellas, entre mansedumbres de caminos, zambas y escondidos. "Por el milagro de los lapachos, la primavera se asoma ya, y en los caminos del Aconquija cantan la zamba de Tucumán. Sobre el silencio de los yuchanes, las lunas indias pasando van, sembrando coplas en las guitarras de tus cantores, Villa Luján..." La melodía del salteño Fernando Portal (1916-1977) está seduciendo las azaleas de Morioka que tal vez aguardan el sol bajo una inocencia de copos. El insomnio despabila el alma de ese trovador de las cosas antiguas, que lleva en su corazón a Tucumán adonde va. Ese 28 de febrero de 1964, un cerro japonés tiembla en la sangre de la nostalgia. Los latidos se hacen anchos en la medida que despabila sus pensamientos y los dirige a su cofrade: "Querido amigo Portal: Hace rato que le estoy debiendo una carta al amigo, y ahora que estoy en el pueblo más lejano del Japón, y con 11 grados bajo cero, me resuelvo a escribirle porque poniendo la palabra Tucumán le entran a uno tibiezas entrañables, y se hace liviano el camino. Esta región o provincia se llama Mutzú, que significa 'El fin de la tierra'. Y debe ser verdad porque más allá está la unión del Mar Pacífico con el Mar de Japón, sólo a 80 kilómetros de aquí. Después, nada, islotes de granito ni una planta ni un barco. Nada. Pero en Morioka se amontonan los japoneses de las nieves. Las calles blanquean; los techos, los campos, los cerros vecinos. A mi guitarra le fabriqué un chiripá sobre el estuche, con mi viejo poncho, porque ya tengo la experiencia de una rajadura durante el invierno de Hungría, hace 12 años".
La bordona inflama la melancolía de los lotos. Dibuja trinos de quetupíes, mientras la nevada salpica un sentimiento. La zamba trastabilla en las hojas del invierno y dispara un pensamiento: "En Tucumán yo me he criao, a Salta le tengo apego, si me dicen santiagueño, me pongo ancho, y no lo niego. Si me dicen santiagueño, me pongo ancho, y no lo niego..." El caminante se sube al alazán de su memoria y reanuda la carta a su amigo: "Y así seguimos, vidaleando y zambeando por estas sinfinidades del mundo. Me gusta Japón. Su gente, su cortesía, su prudencia, su generosidad, su interés por lo sudamericano, son auténticos. Y esto es y mucho en estos tiempos medio raritos en que vivimos. Hay aquí gran afición por la guitarra y conocen no poco la música argentina. En tangos, están casi a día, y en folklore no faltan los grupos afectos a Los Fronterizos, los Hermanos Ábalos, Los Chalchaleros y Monthbrun Ocampo. Hay un café, concurrido por los estudiantes, que se llama "La Milonga" y se escucha a Troilo, D'Arienzo, Fiorentino, Castillo y Fresedo. Yo voy de vez en cuando por ahí. Unos muchachos japoneses están por instalar un pequeño café... y quieren ponerle 'La zambita'. Ellos tienen ya como cuatro discos larga duración, de diversos autores, y aparte, discos chicos con zambas. Les di una inyección de optimismo. Puede ser que salga bien el asunto. Aquí en Japón se toca quena, y bombo, y anata. Sobre todo esto último, pero le llaman Yakuháchi, que significa 25 centímetros. Anata, aquí quiere decir: Usted".
La bordona sacude luces a través de la ventana. "Yo soy de cualesquier parte. Soy de ande diga el destino; mesmo del norte o del sur, por algo soy argentino. Sácale lo desparejo. Por algo soy argentino..." La zurda se vuelve hacendosa sobre el papel. "A propósito. El nombre más popular en todo Japón es Dozo! (en alusión al folclorista César "Opa" Dozo) Cien veces a día, cada japonés dice: Dozo, que significa 'Por favor'. En el hotel, en el ómnibus, en el cine, en todas partes: Dozo, Dozo. Yo hago lo posible por facilitar un arrime al lenguaje, pero apenas he aprendido unas 800 palabras y frases. Es muy enredado y este muchacho Confucio, en el siglo XI, trajo aquí, junto a la doctrina Budista, un aporte de 48 signos dobles para el alfabeto. Doble, porque el lenguaje de la aristocracia debía ser distinto al del pueblo. Y aun ahora, en los colegios, se enseñan los 96 sonidos diferenciados. Imagínese Ud., amigo Portal, nosotros con un idioma español-quichuista, el apuro en que a veces nos metemos. Pero la guitarra vence siempre toda dificultad idiomática. Ella conjuga los verbos que entiende el corazón y cuenta sus paisajes de la manera más simple..."
La madrugada japonesa remolonea añoranzas. "Vez pasada le envié un saludito al amigo Nieva y le decía que su guitarra debería sonar en este Oriente. Y se lo decía muy en serio. Este chango 'se está quedando' en Tucumán, cuando el mundo está lleno de caminos. En nuestra tierra hay muchachos que debieran salir, casi sin idea de volver, a los teatros de Europa y Oriente. Pero muchos son limitados en su horizonte mental, y se entretienen con saliditas a Bs. Aires, y como 'Coronación del Folklore', a Cosquín, donde se reúne 'lo que fue' con lo que 'no será nunca'. Este Nievita tiene buena pasta, y ya alguito ha caminado. Sería una pena que se ate a la noria de la rutina. ¿Ud. ha visto a los pintores pintar? Bueno. Ellos dan tres pincelazos y se retiran a mirar mejor la obra desde la distancia. Así debieran hacer los que nacieron en el signo sagrado del Re Menor. Ganar distancia para madurar, para mirar mejor su propia vida y el de su paisaje amado".
Las zambas de Villa Luján y del Caminante, compuestas con Portal, merodean quizás el insomnio en Morioka. "Ese Tucumán que tanto quiero, debe andar medio caluroso. Pero el único frío que conozco de Tucumán es el frío del alma, cuando uno está 'suri' y no halla un mostrador comprensivo. Hágame el bien de saludar a los muchachos del Rancho; nosotros somos como los acreedores tenaces: Sin olvido. Yo no los olvido a los changos, a sus cantores, a sus coleros, a los aficionados que llegan medio tarde, siempre a la par de sus secretarios privados (privao de sueldo...). A todo ese complejo mundo tucumano, que bebe de a sorbos y sueña de a tragos, mi homenaje más alto, desde estas soledades donde me han traído mi destino y mi guitarra. Y a Ud. viejo Cumpa, un abrazo grande de su amigo, Atahualpa. Recuerdos a Doña Cuca".
Y esa nostalgia rumbo al sueño, se trepa al canto casi susurrado de Atahualpa Yupanqui: "Mientras la luna, la antigua luna, luz de las noches de Tucumán, iluminaba con sus destellos tus viejos patios, Villa Luján. ¡Sigan pechando los tiempos nuevos! Que se transforme Villa Luján, ¡pero que nunca falten guitarras para la zamba de Tucumán!"
© LA GACETA

Roberto Espinosa - 
Escritor, periodista de LA GACETA.

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