12 de mayo
LAS DIVERSIONES GAUCHAS. EL JUEGO DE LA SORTIJA. (II de V)
Esta era una diversión que difícilmente faltara en una fiesta campera.
Recuerdo haberlas visto correr cuando era chico en las fiestas del 25 de mayo y 9 de julio en las escuelitas rurales donde mi madre era Directora, hoy en día han sido reemplazadas por otras diversiones como jineteadas y carreras de tambores.
Esta denominación de “carre
Esta era una diversión que difícilmente faltara en una fiesta campera.
Recuerdo haberlas visto correr cuando era chico en las fiestas del 25 de mayo y 9 de julio en las escuelitas rurales donde mi madre era Directora, hoy en día han sido reemplazadas por otras diversiones como jineteadas y carreras de tambores.
Esta denominación de “carre
ra” es errónea, pues en ningún momento los participantes miden la velocidad de sus caballos. Y si tomáramos las cosas muy en serio, tendríamos que denominarlo “juego de la sortija”. Es así como Juan Manuel de Rosas lo cita en su diario de la Expedición al Desierto. En el parte del 26 de mayo dice textualmente: “Por la tarde se jugó sortija, gallo ciego con premios. Llegó el chasque del capitán Iturra, quien daba parte de haber descubierto, como a 40 o 50 leguas Colorado arriba, fuerzas enemigas”.
Fue traída a nuestras tierras por los conquistadores españoles, quienes a su vez la habían recibido de la época de dominación mora a España, pues el juego de la sortija era muy popular entre las tribus africanas.
Hay muchísimas referencias medioevales de este entretenimiento y se sabe que era infaltable en las justas entre caballeros. Estos ensartaban con la lanza en el anillo de la dama que consideraban su ama y señora, y se la entregaban demostrando así su devoción.
En la visita que hizo la infanta Elena de Borbón a nuestro país, fue agasajada en San Antonio de Areco en la estancia La Santa María del comodoro Juan José Güiraldes, allí se realizó el juego de la sortija. En la ocasión todo paisano que lograba obtener la sortija se la entregaba a la infanta demostrando su alegría por la visita y su conocimiento del espíritu de estas corridas, tan españolas como la princesa misma.
En las Fiestas de San Juan, en Minorca (España) aún hoy, son parte importantísima de la celebración.
Los versos de Pedro Rizo y de mi amigo, Héctor del Valle dan testimonio de dicho juego:
“El sol ha elevado un rayo
imponente y silencioso
y despierta luminoso
el 25 de mayo.
Marcelo Acuña en su bayo,
un flete que es un primor,
luce prendas de valor,
cuidadas y muy prolijas,
pa’ florerase en las sortijas
donde habrá de lo mejor.”
¿ Pero en qué consiste este “juego de la sortija”? Se trata de un arco grande de madera, donde se cuelga una pequeña argollita o sortija de metal, la cual, con un débil tirón sale de donde está asegurada.
Los jinetes se ponen a distancia de aproximadamente 50 metros y de allí, uno por uno, por turno, lanzan sus caballos a galope largo y, ayudados con un pequeño palito, tratan de ensartar con él la sortija haciendo que ésta se suelte de donde está prendida.
Se suele jugar conviniendo el número de pasadas y resulta ganador quien logre una mayor cantidad de ensartadas de la sortija.
Suele nombrarse un juez que, a caballo bajo del arco, es el encargado de colocar la sortija y determinando la validez del “saque”, pues se ha descubierto en varias ocasiones a paisanitos tramposos que la agarran con la mano, haciendo creer que la sacaron.
Una de las características de la equitación gaucha es el “estribado largo”, sin embargo muchos criollos, de esos de “exportación”, suelen, para este juego acortar las estriberas tipo jockey, lo que los hace tremendamente ridículos cuando no están compitiendo, viéndolos con las rodillas dobladas montados en sus caballos, muy bien arreglados y con recados criollos de lujo.
En la foto una carrera de sortija en el año 1890. Obsérvese la decoración del arco donde colgaba la sortija.
Fue traída a nuestras tierras por los conquistadores españoles, quienes a su vez la habían recibido de la época de dominación mora a España, pues el juego de la sortija era muy popular entre las tribus africanas.
Hay muchísimas referencias medioevales de este entretenimiento y se sabe que era infaltable en las justas entre caballeros. Estos ensartaban con la lanza en el anillo de la dama que consideraban su ama y señora, y se la entregaban demostrando así su devoción.
En la visita que hizo la infanta Elena de Borbón a nuestro país, fue agasajada en San Antonio de Areco en la estancia La Santa María del comodoro Juan José Güiraldes, allí se realizó el juego de la sortija. En la ocasión todo paisano que lograba obtener la sortija se la entregaba a la infanta demostrando su alegría por la visita y su conocimiento del espíritu de estas corridas, tan españolas como la princesa misma.
En las Fiestas de San Juan, en Minorca (España) aún hoy, son parte importantísima de la celebración.
Los versos de Pedro Rizo y de mi amigo, Héctor del Valle dan testimonio de dicho juego:
“El sol ha elevado un rayo
imponente y silencioso
y despierta luminoso
el 25 de mayo.
Marcelo Acuña en su bayo,
un flete que es un primor,
luce prendas de valor,
cuidadas y muy prolijas,
pa’ florerase en las sortijas
donde habrá de lo mejor.”
¿ Pero en qué consiste este “juego de la sortija”? Se trata de un arco grande de madera, donde se cuelga una pequeña argollita o sortija de metal, la cual, con un débil tirón sale de donde está asegurada.
Los jinetes se ponen a distancia de aproximadamente 50 metros y de allí, uno por uno, por turno, lanzan sus caballos a galope largo y, ayudados con un pequeño palito, tratan de ensartar con él la sortija haciendo que ésta se suelte de donde está prendida.
Se suele jugar conviniendo el número de pasadas y resulta ganador quien logre una mayor cantidad de ensartadas de la sortija.
Suele nombrarse un juez que, a caballo bajo del arco, es el encargado de colocar la sortija y determinando la validez del “saque”, pues se ha descubierto en varias ocasiones a paisanitos tramposos que la agarran con la mano, haciendo creer que la sacaron.
Una de las características de la equitación gaucha es el “estribado largo”, sin embargo muchos criollos, de esos de “exportación”, suelen, para este juego acortar las estriberas tipo jockey, lo que los hace tremendamente ridículos cuando no están compitiendo, viéndolos con las rodillas dobladas montados en sus caballos, muy bien arreglados y con recados criollos de lujo.
En la foto una carrera de sortija en el año 1890. Obsérvese la decoración del arco donde colgaba la sortija.
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