sábado, 20 de octubre de 2012

"CHACHO" SANTA CRUZ


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"CHACHO" SANTA CRUZ

LOS ANDARIEGOS


Este 11 de noviembre, Chacho Santa Cruz, fundador de Los Andariegos hubiese cumplido 83 años.

Los Andariegos fue un conjunto folclórico argentino creado en San Rafael (Mendoza) en 1954 Sus fundadores fueron: Pedro Floreal Cladera (Chacho Santa Cruz), Rafael Tapia, Juan Carlos (Pato) Rodríguez, Ángel Ritrovano (Cacho Ritro), Abel González y Francisco (Rubio) Gimenez.. Está considerado como uno de los más importantes grupos de la historia de la música folklórica de Argentina. Publicaron 12 álbumes oficiales originales, el último de ellos en 1986. Se caracterizaron por los arreglos vocales, siendo los primeros en la música folklórica argentina en incorporar las tercera, cuarta y quinta voces.

Entre las canciones más conocidas aportadas al cancionero argentino se encuentran "Chayita del vidalero" (Ramón Navarro) y "Canción para un niño en la calle" (Armando Tejada Gómez-Ángel Ritro), "El cóndor vuelve" (Armando Tejada Gómez-Eduardo Aragón). Entre los álbumes se destacada Madre Luz Latinoamérica (1976).

Su primera formación estuvo integrada por Pedro Floreal Cladera (Chacho Santa Cruz), Rafael Tapia, Juan Carlos "Pato" Rodríguez, Ángel Ritrovano (Cacho Ritro), Abel González y Francisco "Rubio" Giménez. En 1958 grabaron el primer álbum, Aquí están los Andariegos.

En la década de 1960 el grupo adhirió expresamente a los principios del Nuevo Cancionero promovido desde Mendoza por Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez y Oscar Matus, volcando más su cancionero hacia temas latinoamericanos y de contenido social. A su vez, el grupo fue modificando su integración original, permaneciendo solamente Angel Ritro, quien realiza los falsetes que marcaron el estilo del conjunto, e incorporándose músicos como Raúl Mercado, Agustín Gomez y Karo Herrada.

En 1976, a pocas semanas de haber tomado el poder la violenta dictadura llamada Proceso de Reorganización Nacional, publicaron el álbum Madre Luz Latinoamérica, su obra culminante.[1] su obra culminante y al mismo tiempo una manifestación crítica, que los haría víctimas de amenazas.[2] En aquella oportunidad el grupo había escrito lo siguiente en la contratapa del álbum:

En 1978, la persecución política obligó a que Ángel Ritro debiera exiliarse en España y Raúl Mercado en Francia, lo que llevó a la disolución del grupo. Con posterioridad los integrantes que permanecieron en Argentina, Agustín Gómez y Karo Herrada, lo reorganizaron integrando a Carlos Groisman y Héctor Staforini. Pero en 1981 falleció Karo Herrada y el grupo se disolvió.

En 1991 Agustín Gómez refundó nuevamente a Los Andariegos, primero como cuarteto junto a Juan Carlos Varela, Andrés Gómez y Jorge Giuliano, y luego como quinteto sumando a Néstor Basurto.

En 1998, Gilberto Piedras les propuso a los propuso volver a reunirse a los tres integrantes aún vivos de la formación que el grupo tuvo en la década de 1970 (Ángel Ritro, Raúl Mercado, Agustín Gómez), para formar un quinteto al que se sumó también Leonardo Sánchez. En 2001, con esta composición, realizaron una gira junto a Alberto Cortéz por diversas ciudades de España que culminó con una histórica presentación en el Teatro Olympia de París. En 2003 realizaron sus últimas actuaciones en las Islas Canarias, sin Agustín Gómez, quien no estaba en condiciones para viajar, a quien reemplazó Roberto López.







DATOS BIOGRÁFICOS

Nombre completo: PEDRO FLOREAL CLADERA

Fecha de nacimiento: 11 de Noviembre de 1926

Lugar de nacimiento: SAN RAFAEL – Pcia. De MENDOZA

Falleció en la Capital Federal, el 20 de octubre de 1980

Hijo de inmigrantes españoles, Doña Antonia Villalonga y Don Pedro Cladera, quienes llegaron a la Argentina a fines de 1916 provenientes de las Palmas de Mallorca (su tierra de origen), radicándose en San Rafael y dedicándose al comercio. El matrimonio fructificó en siete hijos: Francisca, Martín, Antonia, Margarita, Petrona, Andrés y el menor de la familia: Pedro.

Desde muy niño la música lo apasionó y su escuelita primaria (N°291 José Villanueva), lo tuvo como protagonista permanente de todos los actos que en ella se realizaban. Pero su gran debut se produjo cuando a los once años se presentó cantando en LV4 Radio Splendid de San Rafael. Allí conoció a otra niña cantora que, como él, también tenía once años: Carmen Tapia (Lita), quién con el correr de los años sería su esposa, y compañera de toda la vida.

Su vocación por la música se hacía cada vez más fuerte, entonces decidió estudiar formalmente con un gran maestro: Don Jesús Felipe Izaguirre, quién le enseñó a vocalizar y a cantar, además de música, teoría y solfeo. Al mismo tiempo aprendía en la guitarra, los secretos de nuestra música folklórica, de la mano de otro gran maestro de la guitarra: Don Lisandro Pereyra Luna.

En 1950 se casó con Carmen Tapia. Ella tenía un conservatorio de música, enseñaba piano, teoría y solfeo, y él junto a su cuñado Rafael Tapia (Hermano de Lita), Abel “Tito” González, Angel “Cacho” Ritrovatto, Juan Carlos “Pato” Rodríguez y Francisco “Rubio” Jiménez, formaron un conjunto folklórico al que llamaron “Los Andariegos”. Pedro los dirigía, hacía los arreglos vocales (para la época muy renovadores, ya que los grupos de entonces se limitaban solo a cantar

en primeras y segundas voces, y ellos, armonizaban además con terceras, cuartas y quintas), hasta que en 1954 viajan a Buenos Aires, a

probar suerte como profesionales. Para entonces ya había nacido Lilian su única hija.

Con Los Andariegos anduvo cantando por todo el país. Grabaron varios discos, hicieron giras y exitosas temporadas en Mar del Plata, Córdoba, Tucumán, Uruguay, actuaron en los más importantes Teatros de la Capital Federal, realizaron veladas de gala para las principales radios de Buenos Aires y exclusivas presentaciones en lugares de moda por aquellos años.

A fines del 59 se desvincula del conjunto, para comenzar en los inicios del 60 su camino como solista. La compañía discográfica MICROFON, lo contrata como artista exclusivo y su Productor General: Don Mario Kaminsky, lo ”bautiza” como CHACHO SANTA CRUZ. Para ellos grabó durante 20 años un total de 22 discos larga duración y más de 200 simples, que sumados a producciones independientes realizadas para el exterior, completan una discografía como solista de 28 LP con canciones de su autoría y de los poetas y músicos más importantes del continente. Sus discos han sido editados en España, Japón, México, USA, Venezuela, Uruguay, Chile, Colombia, Australia, Brasil, Paraguay y Perú.

Recibió a lo largo de su carrera innumerables premios como intérprete, compositor y autor, entre ellos, quizás el más significativo sea el que SADAIC excepcionalmente otorga a los Autores y Compositores, ya que ingresó a la entidad como socio activo en Honor al Mérito por haber compuesto la magnifica obra “Liturgia Huarpe”, grabada entre otros grandes por Alberto Cortéz y por el maestro Waldo de los Ríos. También obtuvo el Premio al “Mejor Intérprete” en el año 1969, en el II Certamen Internacional de la Canción Latinoamericana, realizado en Montevideo (Uruguay), con la obra “Soy Trovador”, cuya co-autora es su esposa Carmen Tapia. En 1979, otro premio Internacional como “Mejor Intérprete”, esta vez USA y con la canción “La Casa Nueva”. El detalle más significativo es que el Jurado, conformado por las personalidades más relevantes de la cultura latinoamericana, lo votó por unanimidad.

También obtuvo premios en el Festival de Punta Arenas, en el Buenos Aires de la Canción, en el de la Fiesta de la Tonada de Tunuyán (Mendoza), en el de la Canción Patagónica, y en 1980, obtiene un doble Primer Premio como Autor y Compositor en el Certamen “Cantemos Argentina”, cuya final se realizó en el Estadio

Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires, con la participación de los Autores y Compositores más destacados de la Argentina. Allí, un gran Jurado, conformado por las personalidades más importantes de nuestra cultura popular, y el unánime voto del público, lo coronaron ganador de dos de las cinco zonas participantes: Zona Cuyo: Gran Premio “Hilario Cuadros” con la tonada “He de volver algún día”, y Zona Litoral: Gran Premio “Tránsito Cocomarola” con la chamarrita “Lo que el agua se llevó” esta última, compartida en la autoría con Mateo Villalba, destacado músico correntino. Sus obras, predominantemente inspiradas en el paisaje, el hombre y la rítmica de Cuyo, han sido grabadas por distintos intérpretes de la canción nacional y latinoamericana, como así también adaptadas y arregladas para formaciones corales.

Viajó por todo el país, presentándose en los Festivales Nacionales, Provinciales y Regionales, de cada rincón de nuestra patria, asimismo, en los países limítrofes: Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil. Su voz, su calidad interpretativa y su hombría de bien, lo hicieron acreedor de los mayores elogios a los que puede aspirar un artista popular.

El 20 de octubre de 1980, mientras ultimaba preparativos para realizar una gira artística por Venezuela, nos dejo para siempre.

DISCOGRAFÍA

1. CORAZÓN DE LUTO
2. MÁS EXITOS
3. LAS ANDANZAS DEL PAISANO JULIO
4. SOY TROVADOR
5. CHIQUILLADA
6. PORQUE GRITO
7. ENTRE HOMBRES (Vol 1)
8. ROMANCE DEL ABUELO PAYADOR
9. MARTÍN FIERRO (Vol. 1)
10. PA´DON HILARIO
11. ENTRE HOMBRES (Vol. II)
12. CREO EN DIOS
13. MARTÍN FIERRO (Vol II)
14. CAMPO AJUERA
15. SANTOS VEGA
16. SENTENCIAS DEL TATA VIEJO
17. LOS EXITOS DEL 30
18. MEMORIAS PA´UNA LEYENDA
19. GENTE CRIOLLA
20. CANCIONES PARA MI VIEJO PUEBLO
21. LA CASA NUEVA
22. CAMINO DEL HOMBRE NUEVO
23. COLLAR DE CARACOLAS
24. CORAZON DE LUTO (Vol. II)
25. EL POEMA NUNCA MUERE
26. CREO EN DIOS
27. A CEFERINO


Recuerdos de Alberto Cortéz

En la década de los cincuenta, mis padres me enviaron a estudiar a San Rafael, preciosa ciudad del sur de Mendoza. Ingresé en el colegio Manuel Ignacio Molina con la intención de obtener el título de bachiller que me permitiera posteriormente tener acceso a la universidad. A los dieciocho años la amistad es un fundamento irrefutable. Uno entrega el corazón a cada nuevo amigo, pero dentro de esa versatilidad de entrega existe ese alguien a quien uno quiere más o prefiere a los demás por comunión de pareceres o simplemente por admiración. Felipe Ángel Ritrovato “Cacho”, Héctor Zingaretti “Pochi” y yo formábamos un trío de amigos inseparables. “Tres amigos siempre fuimos en aquella juventud, era el trío más mentado que pudo haber caminado por esas calles del sur...”, como rezaba el tango “Tres amigos” de Cadícamo y Luna.
Además de compartir aulas y estudios, compartíamos afición por el deporte, especialmente el atletismo. Pochi era un atleta consumado, muy alto y muy fuerte, yo no me quedaba atrás, y Cacho un estilista en todo. Por ejemplo, lanzaba el disco y si bien sus marcas no eran las mejores, verlo en aquella disciplina era un placer por la plástica que derrochaba en cada intento. Cotidianamente íbamos a la confitería París, salón de té con una excelente pastelería y lo más importante, un piano a mi disposición, lo que convertía aquel salón de té en un café-cantante a la provinciana. Después de los estudios yo me acercaba a la París, me sentaba al piano y cantaba a toda voz las últimas canciones a la moda.
En aquella confitería París nacieron Los Andariegos. Un grupo de amigos cantantes y guitarristas lo hicieron posible: Pedro Cladera, que años más tarde se convertiría en Chacho Santacruz; Juan Carlos Rodríguez, cantor de tangos en la orquesta típica de Ricardo Ortiz; Rafael Tapia, también cantor de la misma orquesta; Abel González, "Gonzalito", excelente guitarrista; y el Cacho Ritrovato, que a partir de su ingreso en el conjunto pasó a ser Cacho Ritro. Por aquel tiempo, Cacho tocaba bastante bien la guitarra, tenía una voz aceptable y una gran presencia en el escenario. Bailaba espectacularmente bien el malambo, danza masculina del folklore argentino, y eso, más su capacidad de adaptación a las otras voces, le otorgaba un protagonismo especial en el grupo. Un sexto integrante llamado el Rubio Jiménez completaba el elenco de Los Andariegos originales. Jiménez fue el primero en desligarse del conjunto y su lugar me lo ofrecieron a mí, pero mis calificaciones en el colegio no eran lo suficientemente buenas como para obtener la conformidad de mi padre. Después de algunas actuaciones en la confitería París con gran éxito, Los Andariegos recibieron una oferta para viajar a Buenos Aires a grabar sus primeros discos para la marca Odeón. Aquello fue todo un acontecimiento en la pequeña ciudad, tanto que cuando regresaron con su primer disco bajo el brazo, los amigos les hicimos un recibimiento como si hubieran ganado la copa del mundo. Estoy hablando del año 57, principios del 58. Debido al éxito de su primer disco, Los Andariegos se trasladaron definitivamente a la capital.
Yo me recibí de bachiller, Héctor Zingaretti también, Cacho al ingresar en Los Andariegos abandonó los estudios, y aquel trío de amigos tomó el camino del exilio sentimental. Zingaretti ingresó en la facultad de Medicina de la ciudad de Mendoza y yo en la facultad de Derecho de Buenos Aires. En la capital me instalé en una pensión de la calle Libertad y al poco de estar allí, Cacho alquiló una habitación en la misma casa y volvimos a estar juntos. Como es de imaginar no había actuación de Los Andariegos que yo me perdiera. Incluso en alguna ocasión reemplacé a alguno de ellos que por alguna razón no podía actuar, es decir, me convertí en una especie de comodín del conjunto. Recuerdo con particular claridad una vez que fuimos a cantar a una fiesta que le ofrecían a Nat King Cole durante su visita a Buenos Aires. Conservo esa foto como una reliquia.
Al tiempo nuestros caminos se separaron y poco a poco me fui alejando de Los Andariegos. Al iniciar mi aventura europea fue el momento de la separación total. Recuerdo que al llegar a Bélgica le escribí una postal a Cacho lamentando la distancia, y en donde le prometía que algún día volveríamos a estar juntos. Muchos años después, cuando Los Andariegos ya eran sólo un recuerdo, invité a Cacho a integrarse como guitarrista en mi grupo de acompañamiento. Cuando nos sentamos en la mesa de la bienvenida en mi casa en Madrid, Cacho sacó aquella postal preguntando “¿te acordás de esto?”. Confieso que la emoción nos llevó hasta las lágrimas.
Pedro Cladera, “Chacho Santacruz”, murió en un accidente automovilístico; Gonzalito se casó y vive feliz en San Miguel, una población de la provincia de Buenos Aires, retirado del mundo de la música. A Juan Carlos Rodríguez se lo llevó la parca de mala manera, y Rafael Tapia, la última vez que lo vi, tenía un restaurante en la ciudad de Mendoza. A medida que la gente del grupo fue desapareciendo, otros integrantes fueron ocupando sus lugares: Raúl Mercado, excelente músico y poeta; Agustín "el negro" Gómez, guitarrista de pura cepa.
El conjunto adoptó entonces una filosofía diferente, modernizando hasta el asombro sus arreglos musicales. Hablar de Los Andariegos era hablar de la más depurada vanguardia musical. Cacho compuso canciones muy importantes como “Canción para un niño en la calle”, con el gran poeta Armando Tejada Gómez o “Los ángeles verdes” con Ariel Petrochelli. Cantaban a los mejores poetas y a los mejores compositores y ellos mismos se erigieron en tales y se fueron convirtiendo en leyendas. En 1976 los militares una vez más tomaron por la fuerza el poder en Argentina, y la inteligencia, la poesía, el pensamiento y el buen gusto pasaron a ser material subversivo. Fue la dictadura más brutal y sanguinaria de la historia argentina. Para Los Andariegos comenzaron a llegar las amenazas de muerte, y el grupo, acosado por la ignominia, no tuvo más remedio que dispersarse.
Algunos tomaron el camino del exilio, caso de Raúl Mercado, y otros el camino del eclipse y el pasar lo más desapercibido posible ante la constante espada de damocles de la barbarie militar argentina.
Gilberto Piedras es un francés de Toulouse, músico de vocación, afición y profesión, amante de la música sudamericana y especialmente del folklore argentino, que se convirtió en un “andariególogo” y se propuso desde Francia reagrupar a aquellos hombres a los que tanto admiraba. La tarea no fue fácil, pero al fin lo consiguió, invitando a los ya canos Andariegos a grabar un disco en Europa financiado por él y proponiéndose él mismo como un integrante más del conjunto.
Leonardo Sánchez, extraordinario músico guitarrista sobrino de Raúl Mercado que vive en París, completó el quinteto. Cuando el disco estuvo terminado, por azar llegó a mis manos. Un buen día recibí la visita de Gilberto y juntos nos prometimos intentar alguna cosa conjuntando a Los Andariegos conmigo. La idea tomó forma y un buen día nos encontramos ensayando canciones en mi casa alrededor de la amistad recobrada y las ganas renovadas. Gilberto, convertido en un importante empresario, organizó una gira que concluyó en el Olympia de París el pasado 30 de abril de 2001. El actuar con Los Andariegos, que a pesar de no haber cantado juntos en los últimos veinte años, conservan la frescura y el talento de sus años mejores, ha sido para mí un privilegio inusitado, un volver a vivir un tiempo que ya no es, pero que sigue permanentemente vivo en mi recuerdo, en mis ansias y en mi corazón.

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