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http://www.mediafire.com/?8c74xwh2wccc8
Año 1957, Salta
En los asados, en las fiestas familiares, en las comidas que se sirven sobre manteles blancos bordados por pacientes abuelas, se escucha un canto extraño para la época. Un canto que es la fórmula de transición entre el simple regionalismo de algunos y el virtuosismo vanguardista de otros.
Silencio en las mesas. Emoción en el pecho. Cosquilleo en la piel. Las voces de cuatro muchachos están rasgando certeramente la sensibilidad de una salteñidad que, en el escenario de galerías y parrales, mientras arde el fuego de quina y de quebracho blanco, calibra el sonido de las gargantas de estos cuatro changos que guitarra en ristre y bombo bajo el brazo, rinden su prueba de capacidad.
Por los ojos anda la ternura de la canción. Por la sangre la alegría de la cueca. Por las manos, la necesidad de anudar el pañuelo para que no se vuele detrás de la zamba.
Después el aplauso; el vino de la aprobación; la palabra que no puede decirse porque el abrazo le gana de mano.
En Salta, y con sabor de asado, acaban de nacer Los Gauchos de Güemes . . .
Después vino la siembra, la conquista de territorios, el viaje.
Entonces la historia del conjunto empezó a tener nombres; unos para la memoria, otros para la acción: Martín y Néstor Moya; Ernesto Cardozo, Américo Torres, Santiago Escobar, Miguel y Francisco Berríos, Benigno Galarza, Carlos Guzmán... y comenzó a delinearse una agrupación estable que estuvo integrada por Martín Moya, Andrés Soria, Arsenio Lucero y Francisco Berríos.
Con este grupo el canto nacional tuvo pregoneros inquietos que hizo aplaudir a multitudes de Cosquín, Buenos Aires y países vecinos. .. Los entendidos sintieron curiosidad por conocer mejor esa perfecta combinación entre lo tierno y lo recio: se interesaron por la guitarra de Martín Moya, tan cercana a lo español; por la voz de Pancho Berríos, tan alta, tan fina, tan exquisita; por el timbre ecuménico de Andrés Soria; por el trueno profundo del bajo Arsenio Lucero.
Pero ellos ya estaban en la plena dinámica del triunfo, ofreciendo recitales, grabando, participando en festivales importantes.
Estaban gustando el sabor de haber impuesto un estilo equidistante entre la carreta y el módulo espacial, entre el paisaje y el laboratorio. :. Eran los conquistadores jóvenes, vestidos de gaucho, que escribían la historia de un porvenir venturoso.
Pero el trasvasamiento humano tampoco se detiene.
Se imponen los reemplazos de los que cumplen su ciclo.
Se fueron algunos, ingresaron otros, entre ellos una mujer, Laura Serrano, porque -al decir de Martín Moya- no sólo los hombres pelearon en la epopeya gaucha de Salta, sino también mujeres.
Y Los Gauchos de Güemes se fueron a España. Desgranaron espigas de serenatas en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Bilbao, Tenerife y Alicante, y regresaron un día con el sol español brillando en sus guitarras. . .
En este año, 1977, se cumplen veinte años de constante labor artística. Lo prueban sus diez L.P. Sus muchos discos simples, sus éxitos reclamados siempre por el público como "Para ir a buscarte", "Balada del río", "Estoy de vuelta", "La noche del solitario", o "Cuando tú te vayas" . . .
De aquel lejano 1957 quedan guardados en la memoria, recuerdos de aquellos salteños que compartieron con ellos el pan, el ají, el vino, el asado jugoso y la sopa de gallina, cuando Los Gauchos de Güemes prefirieron llevar su canto a las mismas fuentes donde nace: la mesa familiar, santuario donde los abuelos aprueban o desaprueban el canto de los salteños.
La conformación actual de Los Gauchos de Güemes, integrada por Martín Moya, Alberto Oviedo, Laura Serrano y Atilio Leguizamón, tiene pues, una alta responsabi!idad: mantener la vigencia de un canto en el que confiaron aquellos que con lágrimas en los ojos, les dijeron:
-Lleven su canto por el mundo. Nosotros los acompañamos.
Ricardo Serenata Saavedra, Salta, junio de 1977.
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Año 1957, Salta
En los asados, en las fiestas familiares, en las comidas que se sirven sobre manteles blancos bordados por pacientes abuelas, se escucha un canto extraño para la época. Un canto que es la fórmula de transición entre el simple regionalismo de algunos y el virtuosismo vanguardista de otros.
Silencio en las mesas. Emoción en el pecho. Cosquilleo en la piel. Las voces de cuatro muchachos están rasgando certeramente la sensibilidad de una salteñidad que, en el escenario de galerías y parrales, mientras arde el fuego de quina y de quebracho blanco, calibra el sonido de las gargantas de estos cuatro changos que guitarra en ristre y bombo bajo el brazo, rinden su prueba de capacidad.
Por los ojos anda la ternura de la canción. Por la sangre la alegría de la cueca. Por las manos, la necesidad de anudar el pañuelo para que no se vuele detrás de la zamba.
Después el aplauso; el vino de la aprobación; la palabra que no puede decirse porque el abrazo le gana de mano.
En Salta, y con sabor de asado, acaban de nacer Los Gauchos de Güemes . . .
Después vino la siembra, la conquista de territorios, el viaje.
Entonces la historia del conjunto empezó a tener nombres; unos para la memoria, otros para la acción: Martín y Néstor Moya; Ernesto Cardozo, Américo Torres, Santiago Escobar, Miguel y Francisco Berríos, Benigno Galarza, Carlos Guzmán... y comenzó a delinearse una agrupación estable que estuvo integrada por Martín Moya, Andrés Soria, Arsenio Lucero y Francisco Berríos.
Con este grupo el canto nacional tuvo pregoneros inquietos que hizo aplaudir a multitudes de Cosquín, Buenos Aires y países vecinos. .. Los entendidos sintieron curiosidad por conocer mejor esa perfecta combinación entre lo tierno y lo recio: se interesaron por la guitarra de Martín Moya, tan cercana a lo español; por la voz de Pancho Berríos, tan alta, tan fina, tan exquisita; por el timbre ecuménico de Andrés Soria; por el trueno profundo del bajo Arsenio Lucero.
Pero ellos ya estaban en la plena dinámica del triunfo, ofreciendo recitales, grabando, participando en festivales importantes.
Estaban gustando el sabor de haber impuesto un estilo equidistante entre la carreta y el módulo espacial, entre el paisaje y el laboratorio. :. Eran los conquistadores jóvenes, vestidos de gaucho, que escribían la historia de un porvenir venturoso.
Pero el trasvasamiento humano tampoco se detiene.
Se imponen los reemplazos de los que cumplen su ciclo.
Se fueron algunos, ingresaron otros, entre ellos una mujer, Laura Serrano, porque -al decir de Martín Moya- no sólo los hombres pelearon en la epopeya gaucha de Salta, sino también mujeres.
Y Los Gauchos de Güemes se fueron a España. Desgranaron espigas de serenatas en Madrid, Zaragoza, Barcelona, Bilbao, Tenerife y Alicante, y regresaron un día con el sol español brillando en sus guitarras. . .
En este año, 1977, se cumplen veinte años de constante labor artística. Lo prueban sus diez L.P. Sus muchos discos simples, sus éxitos reclamados siempre por el público como "Para ir a buscarte", "Balada del río", "Estoy de vuelta", "La noche del solitario", o "Cuando tú te vayas" . . .
De aquel lejano 1957 quedan guardados en la memoria, recuerdos de aquellos salteños que compartieron con ellos el pan, el ají, el vino, el asado jugoso y la sopa de gallina, cuando Los Gauchos de Güemes prefirieron llevar su canto a las mismas fuentes donde nace: la mesa familiar, santuario donde los abuelos aprueban o desaprueban el canto de los salteños.
La conformación actual de Los Gauchos de Güemes, integrada por Martín Moya, Alberto Oviedo, Laura Serrano y Atilio Leguizamón, tiene pues, una alta responsabi!idad: mantener la vigencia de un canto en el que confiaron aquellos que con lágrimas en los ojos, les dijeron:
-Lleven su canto por el mundo. Nosotros los acompañamos.
Ricardo Serenata Saavedra, Salta, junio de 1977.
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