NOTA: Miguel Garro - El Diario de la Republica
Adiós lluvioso y con guitarras a un enamorado de la tonada...
"Compositor irrepetible, andariego inolvidable de las peñas, observador exacto de la vida cuyana, con la  muerte de "El Cascarudo" se va un luchador incansable y silencioso de la tradición cuyana. Tenía 69 años.
Fue autor de obras que alimentaron el cancionero provincial. Se fue un autor idolatrado por los nuevos
folcloristas."
Una
 forma de entender lo que Ricardo Domínguez Arancibia le dio a la tonada
 es escuchar "A la reina de Cuyo", una hermosa canción (una tonada, por 
supuesto) en la que el protagonista se describe enamorado perdidamente. 
No hay mujer en la historia que imaginó el autor. La reina de Cuyo es la
 tonada misma. Y Ricardo, a quien todos conocían como "El Cascarudo", es
 el enamorado.
Reducir
 la inmensa obra de Domínguez Arancibia a una sola canción es sumar una 
injusticia más a una carrera que, en San Luis, no fue valorada en su 
real dimensión. "Ahora que se murió, muchos lo van a empezar a 
reconocer", dijo ayer Jorge Paredes, guitarrista de Algarroba.com y 
amigo personal del músico fallecido el lunes a la noche a los 69 años. 
Paredes es uno de los tantos folcloristas jóvenes que admiró hasta la 
veneración al "Cascarudo". Otros de los que se suman a la lista son su 
compañero Julio Salazar, Marcos Figueroa, quien pasó muchas horas de 
ayer en el velorio, y Lucas Nievas. El reconocimiento de las nuevas 
generaciones era una de las máximas alegrías de "El Cascarudo". Tomás 
Nieto, uno de los últimos periodistas que logró entrevistarlo para su 
programa "Sujeto social", recuerda ese rasgo. "Cuando charlamos lo noté 
muy agradecido de sus colegas, que lo trataban como a un grande. Se 
sentía muy completo y sorprendido por el trato que le daban los músicos 
más jóvenes".
En
 los últimos años, el cantautor había exacerbado el perfil bajo que 
cultivó durante toda su vida. Casi no tocaba en vivo y mantenía su modo 
introvertido, con la búsqueda de la notoriedad en un plano lejano en sus
 prioridades. Una de las pocas acciones de su vida en las que buscó la 
trascendencia fue cuando, en los 90, se presentó en "El gran debut", 
aquel
viejo
 programa que presentaba nuevos músicos por Canal 7. "Fue por una noche a
 Buenos Aires y se quedó una semana. Nos cansamos de farrear. Nos 
acostábamos a la mañana y estábamos despiertos de noche", recuerda 
Paredes, quien lo acompañó en la presentación televisiva.
Ayer,
 en el extenso velorio que se hizo previo al entierro de sus restos, una
 de las cosas por las que más se lamentaban era el corte definitivo de 
una dinastía de guitarristas que lo enalzó como la tercera generación. 
"El Cascarudo" tuvo un único hijo que no se dedica activamente a la 
música. Antes del adiós definitivo al autor de "Y yo era el capitán", un
 grupo de guitarreros puntanos lo
homenajeó
 como le hubiera gustado: a plena tonada en el final del sepelio. 
Durante todo el día, centenares de amigos pasaron por la casa velatoria 
de calle Julio A. Roca donde despidieron al cantante. "¡Viva el 
Cascarudo!", fue el saludo final. Hasta Héctor Larrea en su programa de 
radio hizo mención al fallecimiento. El escudo distintivo de Domínguez 
Arancibia era la visión particular
que tenía del ser puntano y la facilidad para describirlo con historias sencillas y cálidas. La tonada que le dedicó a su madre,
"Dónde
 está Teresita", es un poema de amor de los que ya no quedan. Fue ella 
quien le infundió un profundo sentido católico que "El Cascarudo" 
extendió a algunas de sus canciones. "Hay que cumplir la promesa" 
retrataba, por ejemplo, el peregrinar de los miles de fieles que caminan
 hacia Villa de la Quebrada para la fiesta patronal. Pero la obra cumbre
 del puntano fue "Para mi cuyana", una cueca en la que describe -ahora 
sí- al modelo de mujer perfecta que ideó "El Cascarudo": de una trenza 
sola,
de ojazos negros, bailadora de cueca, cantadora de tonada, cebadora de mate con poleo y creadora de las empanadas más clásicas.
El miércoles de la semana pasada, Ricardo fue internado en un sanatorio de la ciudad con pocas expectativas de resistencia. Una
enfermedad
 mortal lo había llevado hasta un lugar donde no hay música y eso le 
causaba una pena enorme. Tal vez, antes de su muerte, "El Cascarudo" 
haya llorado. Y la metáfora berreta podrá decir que ayer, el que lloró 
fue el cielo. Pero en realidad lloró la tonada. Como si no le hiciera 
falta. 
RUBEN OSVALDO DIAZ
Guitarrista, autor, compositor y arreglador. Nacido en la Ciudad de Buenos Aires en 1954. Aprendió el instrumento bajo la enseñanza de su padre y luego estudió con el maestro José Franchini. Integró el Juanjo Trío, del guitarrista Juanjo Domínguez con quien grabó e hizo giras por toda América, Europa y Japón durante 12 años. Con la dirección de su hermano Horacio integró el grupo Guitarras Cuyanas con quien grabó dos discos instrumentales. Grabó más de 50 discos con diferentes artistas nacionales e internacionales entre los que figuran Lalo Schiffrin, Horacio Guarany, María Graña, Lucho Gatica, Adriana Varela, Enrique Llopis, Alfredo Abalos, Abel Visconti, Enrique Espinosa, y Horacio Molina entre otros.
RUBEN OSVALDO DIAZ
Guitarrista, autor, compositor y arreglador. Nacido en la Ciudad de Buenos Aires en 1954. Aprendió el instrumento bajo la enseñanza de su padre y luego estudió con el maestro José Franchini. Integró el Juanjo Trío, del guitarrista Juanjo Domínguez con quien grabó e hizo giras por toda América, Europa y Japón durante 12 años. Con la dirección de su hermano Horacio integró el grupo Guitarras Cuyanas con quien grabó dos discos instrumentales. Grabó más de 50 discos con diferentes artistas nacionales e internacionales entre los que figuran Lalo Schiffrin, Horacio Guarany, María Graña, Lucho Gatica, Adriana Varela, Enrique Llopis, Alfredo Abalos, Abel Visconti, Enrique Espinosa, y Horacio Molina entre otros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario